28.12.08

Construcciones

En la vida se deshace y se construye. Casi diría que forzosamente.
Es necesario construir, pero eso mismo guarda la oculta premisa de deshacer algo ya hecho, para volverlo a armar.
Es como si cada ladrillo de una pared se despegara, se dejara descansando en el suelo para luego juntar todos nuevamente y construir una vez más. Todos o algunos. Voltear quizá unos cuantos, dar vueltas otros, dejar como estaban los más, quizá recortar alguno. Y volver a construir, no algo nuevo, sino algo renovado.
Renovar, limpiar los colores, volver a pulir los brillos. Pero no porqué lo anterior no servía, sino precisamente al contrario: lo anterior sirvió, y para evitar que caiga en desuso, que se vuelva vetusto, que no pueda albergar deseos y ganas como lo hizo en algún tiempo, es necesario deshacer y volver a construir.
Cómo? Igual que antes, pero –ahora- sabiendo.
Para crear nuevas dudas, una vida sin dudas es una vida sin sorpresas. Y sin sorpresas, se sabe, la vida se va llenando de herrumbre.
Entonces, deshacer y volver a construir.
Lo que no se podía construir antes, sencillamente porque no se conocían los secretos de estar vivo.
Como ahora, que tampoco se conocen, pero que se disfrutan por reconocer que son eso.
Secretos.