12.3.08

Lo que importa no es que vuelvas, sino que logres algo antes de irte.

Algunas tribus de Melanesia tienen la tradición de hacer un festejo ante la muerte de un integrante del grupo. El abandono de la vida terrenal hacia algún otro mundo sin tantas privaciones y calamidades es festejado con ceremonias ruidosas y coloridas.
En otros varios rincones del mundo, el culto de la muerte ocupa un lugar importante al momento de rendirle homenaje al mundo incomprensible y desconocido del más allá.
La compulsividad u obsesión durante la vida a pensar y ocupar horas y tiempos considerables hacia aquello que nos devengará algún día de un futuro incierto, a partir del cual uno mismo “no será”, sino que ya “habrá sido” insume considerables devaneos.
Alguna vez he pensado que yo mismo partiría un martes. Hace poco escuché la idea de otro blogger acerca de cuantas veces transitamos el día de nuestra muerte a lo largo de los años, ignorando que ese día, precisamente ese, será el que en algunos años más –quién sabe cuantos- ocurrirá.
A veces la muerte ocupa demasiado tiempo durante la vida, dudando personalmente si ocurre lo mismo de manera inversa.
A veces la vida se complica demasiado como para pensar en vivirla serena y plácidamente, sin pretender caer en felicidades ya que esos son momentos fugaces e irrepetibles.

Posiblemente en las Tablas de la Ley que recibió Abraham, se hubiera omitido algún precepto en particular acerca de la obligación de ser felices durante la vida, sin tener que esperar llegar al paraíso para vivir la bienaventuranza de serlo allí, en lugar de transcurrir toda una vida de oprobio como si fuera una sala de espera del consultorio odontológico.
El concepto de temor a Dios, a ese con mayúsculas con que –precisamente- han atosigado durante siglos a la humanidad, ya ha caído en cuestionamientos. La idea de infierno, destituida por el anterior Papa, ha sido vuelta a poner en vigencia por el pontífice actual procurando levantar aquella premisa de premio o castigo para después de la vida.

Y mientras tanto, qué?