27.3.08

Abril vendrá..

Se pueden decir muchas cosas cuando termina marzo.
Casi la mayoría tiene que ver con el inicio del otoño,
otras no.
Los abriles suelen ser merecedores de ser visitados
al menos de vez en cuando.
Pero todo Abril tiene un sabor particular,
un sabor completamente distinto al resto de sus congéneres,
independientemente que cada uno tenga un sabor particular
los Abriles suelen ser muy distintos.
Algo que pasa desapercibido para cualquier transeúnte apresurado
tiene su vigencia dentro de un Abril.
Los días tienen la duración exacta,
las noches se duermen mansas antes de la salida del sol.
Cada hora tiene el particular aroma de ser infranqueable
y eterna.

Un Abril no es para nacer,
sino para disfrutar luego de haber nacido.
Tampoco es para despedidas,
para eso están los julios, los noviembres.
Los mayos insípidos.
Tampoco es para adormilarse mansamente bajo la copa de los árboles,
para eso están los febreros.
O los octubres.
Indistintamente de la estación del año que tengan que transitar.
Pero un Abril acá o en el otro extremo del mundo
siempre tiene reminiscencias de nuez moscada
y maderas estacionadas.
Y se desliza reptando silencioso
dejando el leve susurrar de su voz
que se comenzará a extrañar nuevamente
a partir de cualquier agosto.

12.3.08

Lo que importa no es que vuelvas, sino que logres algo antes de irte.

Algunas tribus de Melanesia tienen la tradición de hacer un festejo ante la muerte de un integrante del grupo. El abandono de la vida terrenal hacia algún otro mundo sin tantas privaciones y calamidades es festejado con ceremonias ruidosas y coloridas.
En otros varios rincones del mundo, el culto de la muerte ocupa un lugar importante al momento de rendirle homenaje al mundo incomprensible y desconocido del más allá.
La compulsividad u obsesión durante la vida a pensar y ocupar horas y tiempos considerables hacia aquello que nos devengará algún día de un futuro incierto, a partir del cual uno mismo “no será”, sino que ya “habrá sido” insume considerables devaneos.
Alguna vez he pensado que yo mismo partiría un martes. Hace poco escuché la idea de otro blogger acerca de cuantas veces transitamos el día de nuestra muerte a lo largo de los años, ignorando que ese día, precisamente ese, será el que en algunos años más –quién sabe cuantos- ocurrirá.
A veces la muerte ocupa demasiado tiempo durante la vida, dudando personalmente si ocurre lo mismo de manera inversa.
A veces la vida se complica demasiado como para pensar en vivirla serena y plácidamente, sin pretender caer en felicidades ya que esos son momentos fugaces e irrepetibles.

Posiblemente en las Tablas de la Ley que recibió Abraham, se hubiera omitido algún precepto en particular acerca de la obligación de ser felices durante la vida, sin tener que esperar llegar al paraíso para vivir la bienaventuranza de serlo allí, en lugar de transcurrir toda una vida de oprobio como si fuera una sala de espera del consultorio odontológico.
El concepto de temor a Dios, a ese con mayúsculas con que –precisamente- han atosigado durante siglos a la humanidad, ya ha caído en cuestionamientos. La idea de infierno, destituida por el anterior Papa, ha sido vuelta a poner en vigencia por el pontífice actual procurando levantar aquella premisa de premio o castigo para después de la vida.

Y mientras tanto, qué?