30.7.07

Otra vez sopa.

El domingo ya me levanté sintiendo que se aproximaba.
Igual fui hasta la panadería –al frío lo ignoré aunque él insistía-, quería desayunar con algo de repostería dulce.
Sospechosamente, el día anterior, me había antojado con capuccino.
Junto con el desayuno, me mandé un ibuprofeno. Hice el raconto de tener lo necesario en el botiquín.
Almorcé por San Telmo, los domingos me atraen las pastas, reminiscencia de cuando no me gustaba almorzar en familia, cuando la tenía.
Volví temprano, ya que renuncié a la idea de ir a La Rural, será durante la semana.
Me encanuté en la cama para una siesta tardía, y se estiró hasta la noche.
Me desperté y ya estaba la bandera izada.
Un caldo en sobre, eso me va a venir bien. Mentira.
Otro ibuprofeno, con aspirina. Igual será en vano.
Vino caliente u otro alcohol con más octanos? Ya no me acuerdo.
Hoy, los 38.5 se manifestaron mientras viajaba, como a 80 km de mi cama.
Listo, serán un par de días.
Recarajeando a la vida por estar otra vez, nuevamente.
Reiterada y obsecuentemente engripado.
Lo peor, el mareo que no me deja pensar claramente, tendré que poner piloto automático para el retorno.
Desenchufaré el teléfono, apago el celular, me desentiendo de la tv que me crispa como siempre.
Hasta el jueves no renazco.

25.7.07

Primavera en julio

Sabía que sucedería! Lo Sabía!!!
Era Plutón, pero como yá terminó, ahora debía suceder.
Así como hace algunos años auguré que en Bs As un invierno nevaría.
Así como el indicio del vuelo de las aves me indicaba que subte estaba de paro. Lo sabía!
Ella me dijo en un mail que esperara, lo dijo. A mí me lo dijo.
Yo le creí –siempre creo, soy muy crédulo- aunque el tiempo me hizo pasar momentos duros. Difíciles.
Las esperas son angustiantes, dolorosas.
Pero sucedíó!
Y ahora, justo ahora! Hasta inauguré un piso, alto y lejos de todo, intuyendo que algo así –nunca esto- tenía que pasarle a mis días!
Sí habré salido a desbarrancarme por las noches!
Si habré bebido para .. esperar. No, olvidar jamás!
Hasta me pasó que, hace un mes, sin saber porqué, salí a comprar sábanas nuevas!

Los dioses me miraron desde el Olimpo. Miraron y algo semejante a una mueca de sonrisa se dibujó en sus rostros.

23.7.07

De la fe y otras cuestiones

Hay creencias y creencias.
Cada uno tiene un respetado derecho a creer en qué o quién mejor le parezca.
Si bien el tema místico puede causar un cierto escozor a algunos, la verdad es que, normalmente, se suele criticar aquello que no se conoce.
Y, también, están aquellos que se sienten atacados a mansalva por su religiosidad. La caza de brujas terminó hace algunas centurias; ahora los regímenes políticos están más abocados a la caza de terroristas, de narcos y, solapadamente, de aquellos que no cumplan con la sexualidad requerida para conformar una familia tipo (aunque tengan voto). Hace unas décadas se cazaba comunistas o raritos que deambulaban con un libro de Foucault bajo el brazo, con barba y anteojos.
Salvando estos casos, no hay persecución de idolatrías.

Hace unos años me tocó en suerte trabajar durante una temporada en los estudios de una radio de alcance nacional, radicada en esta ciudad.
Mi trabajo -que no viene al caso describir, pero aclaro que nada tenía que ver con algún programa específico emitido por la misma- demandaba que estuviese desde las 16 hasta las 0.00 hs todos los días, precisamente escuchando todos los programas.
La cuestión es que, diariamente, a partir de las 22, comenzaba la difusión de un programa dirigido por los pastores XX de la secta YY (obviamente espero que nadie trate de buscarlos en el catálogo de creencias populares porque ese nombre –y el del pastor- es ficticio, ok?).
Estas personas que desembarcaban cada noche, tenían –curiosamente- acento portugués. Quizá no tenemos una escuela en el país para tales menesteres, y deberá ser necesario importar especialistas matriculados, quién sabe.
Hasta ahora, todo bien. Qué el alma va al cielo, que el espíritu saraza, que la fe. Todo dentro de los parámetros habituales.
La cosa era cuando un oyente llamaba. Primero era atendido por una secretaria (...) quien le tomaba los datos personales. Esta niña, una vez saciada su curiosidad formularia, comenzaba a charlar con el/la oyente preguntándole la índole de su llamado, que problemas tenía, cual era el familiar afectado por una dolencia, desde cuando, que le dijeron los médicos y toda una charla de, al menos, 15 minutos, en los que terminaba conociendo hasta la frecuencia sexual de la persona.
Esta charla más, “íntima” terminaba con la frase “le pido por favor que no le diga al pastor que estuvimos hablando de esto, yo lo hago porque ud me pareció una persona agradable, pero no le comente nada porque sino me echan .Y yo soy del interior y llegué hace una semana a Bs As... y conseguí trabajar con el pastor, pero no le diga que ya estuvo hablando conmigo, sino me quedo sin trabajo”.
A los 5 minutos, el oyente salía al aire, donde el pastor, luego de escucharlo por 30 segundos, ya le adelantaba la índole de su mal: “veo que tu tienes un familiar enfermo, y los médicos no han podido resolverlo...”
Sí, sigue como imaginan.
Claro, uno puede pensar: pero la gente no se daba cuenta?
No. Rotundamente no. Y todos los días tenían montones de llamados, eso puedo asegurarlo.
No creo, particularmente, que se deba escarbar los orígenes que dan lugar a la aparición de estos movimientos espirituales, en la ignorancia de la gente. La ignorancia no es una culpa, sólo es falta de instrucción, de comunicación, de conocimientos. Y los que los tienen, si los mezquinan para minimizar la capacidad de los demás, sometiéndolos como ovejas y exprimiéndolos como pasas de uva, son más culpables que aquellos a los que se acusa de ignorantes.
Uno mismo puede espetarle en el rostro a otra persona con quien estamos en una barra, su ignorancia respecto a la creencia que beber tequila en copa de degustación causa menos mareo que hacerlo en un vasito diminuto. Se le puede decir a un amigo “ignorante” cuando supone que esa chica que conocimos en el bar y de la que nos enamoramos, sólo quiere mentirnos pasión a cambio de cenar en Cabaña Las Lilas o llevarnos de vacaciones a Praga.
Todos somos ignorantes, a diario nos suceden cosas de las cuales no estábamos enterados, y también nos pasan como pato rengo para engañarnos hasta con el precio de la acelga. Obvio, una vez que aprendemos, guardamos ese conocimiento, pero siempre habrá una nueva forma de encontrarnos desprevenidos ante algo, lo que fuere.
A menos que alguien, sea lector o conocido, tenga absolutamente claro TODO en la vida.
Yo no, por ejemplo.

20.7.07

19.7.07

S, D & Rock’n roll

Hoy se termina!!
Hace más de seis meses que Plutón –ya lo dije- le viene mojando la oreja a mi Venus, pero el fato termina hoy!
Acabóse, finish, no more.
El enano plutoniano estuvo resoplándole la nuca a mi etérea venusina desde Enero. Si me habrá hecho arañar las paredes!

Hoy salgo a desbarrancar la noche.
(me voy a ir a tocar el timbre a todos los edificios de la cuadra)


16.7.07

Libretos alternados


El último mensaje que envió a mi celular era desesperanzado, triste, dolorido.
No comprendió lo que muchas veces ninguno –ni yo ni nadie, creo- llegamos a comprender. Esta ausencia que hasta ayer no era tal.
Hasta ayer existía y hoy, a partir de ahora, el otro y la posibilidad del otro serían sólo una piedra que cae al agua, para perderla de vista e ignorar su futuro. Desaparecer de la arena, de la playa, de la superficie y dejar de ser.
No sabemos comprender las ausencias, por más que poblemos de razones las baldosas bajo nuestros pasos cada día.
Nadie está exento, no. –Ni yo ni nadie, creo-.
Pero hoy no me tocaba a mí, sino que yo tenía que cumplir el otro papel, el de piedra.
Ninguno de los dos roles me gustó jamás. Ambos dejan cicatrices.
Aunque siempre tratemos de reconocernos del lado del atormentado, como hojas en un temporal, torturados por un designio iracundo de los cielos, o a esa podrida manía que tenía el otro de hacernos sufrir. Mártires de la hipocresía ajena.
No, ser el actor víctima no es ser el único actor en esta obra.
Vivir es ser ambos, Es reconocernos justamente como condenados y también como jueces.
Y no levantar únicamente las banderas del dolor cuando una decisión del otro nos partió, nos arrancó un pedazo de tripas. Nos dejó sin aire.
Cruzamos constantemente la calle, y nos paramos en cada vereda según los momentos, los instantes, los sentimientos.
Y cuánto tiempo dura el dolor? Sólo aquel que necesitemos, el tiempo que la comprensión –o la falta de ella- designe para que el olvido aparezca, para que el viento deje de crujir.
El otro no nos hiere, sólo cumple con su letra en esta obra. Que nunca estuvo estipulada como comedia.
Vivir no lo es. Quien así lo creyera, se equivocó de teatro.
Éste está siempre lleno, con localidades agotadas desde hace años.
Y en el otro, el de la otra cuadra, nunca me quedé hasta que termine la función, -ni yo ni nadie, creo-.

11.7.07

Confesiones de invierno

Todos tenemos temporadas del año que nos gustan, y también están aquellas que generan todo un sentimiento contrario. Yo tengo la teoría que las estaciones que a cada persona le agradan tienen que ver con el mes de su nacimiento. Lo comprobé, y en un porcentaje de un 75-80 % coincide.
El invierno es una época incómoda, molesta, depresiva, enfermante.
De chico me enfermaba todos los inviernos. Gripe de una. Me incomodaba vestirme en demasía, si bien estaba medianamente abrigado, era sólo por una o dos prendas. Que esto me pica, que aquello me aprieta, que lo otro me cuesta trabajo sacármelo para ir al baño y después otra vez ponérmelo... Claro, los gritos de mi madre no se hacían esperar, pero como el crío la venía de testarudo, el resultado era caer en cama con 39 de temperatura.
Dicen que eso sirve, a la larga, para tener más inmunidad contra los virus. En mi caso, sí.
Hace unos años tuve un trabajo que me llevó a pasar toda la época invernal en los Andes. Durante cuatro meses, interrumpidos apenas por esporádicos viajes a Bs As, trabajé en un centro de ski de alta montaña – uno re fashion- de nuestra cordillera.
Cuatro meses en los que viví rodeado, aislado, tapado hasta la cintura por nieve. Incluso hasta metido debajo.
Por ser parte del personal del complejo, tenía acceso libre a cuanto bar, boliche, restaurant, cine, gimnasio y lugar recreativo que hubiera. Y, mi puesto –que no viene al caso, pero era medianamente jerárquico- también me generaba invitaciones a todos los hoteles, casino y spa del lugar.
El trabajo tenía el inconveniente que era de lunes a lunes, pero... no importaba, no había diferencia entre los días. Todas las santas noches había una reunión, fiesta, copetín, cena, agasajo, asado, paseo, invitación a tal o cual actividad pública o privada, despedida, bienvenida, lo que fuere.
Había gente de la farándula –obvio- pero la verdad? vivían garroneando, en pose todo el tiempo y haciendo obstinada ostentación del ruido que hacía alguna neurona en sus cabecitas. Patéticos.
Las reuniones que comento, eran entre nosotros, los que trabajábamos en el complejo, y quizá algunos turistas anónimos sin más etiquetas que las que colgaban de los guantes de abrigo recién comprados.
Muchas noches, pero estoy diciendo muchas, se terminaban cuando ya el nivel de alcohol en sangre superaba ostensiblemente el exigido hasta para manejar un sulky.
Gran parte de mi ocupación laboral estaba relacionada indirectamente con el personal de seguridad -que, sin ser de particular agrado, se creaba una relación tolerable- tanto local como provincial, por lo que, la misma policía que se encargaba de resguardar a los turistas contra el mal uso de bebidas -y otras hierbas- era con quienes, entre otros -médicos, intructores, personal de guarderías, barman de bares varios, psicólogas, encargadas de RRPP- terminaba esquiando a las 2 de la mañana, con una luna así de grande, cantando a los gritos “donde iremos a paaaarar, si se apaga Valderraaaaama!”.
La única farmacia del lugar, en la que trabajaban tres chicas, también asiduas a estas reuniones, eran la visita obligada de cada mañana. Antiácidos, analgésicos y recomponentes de la flora estomacal e intestinal tenían tanta salida como los protectores solares para labios entre los turistas, o los preservativos al atardecer.
Mi trabajo exigía una cierta postura, mantener una imagen para su ejecución. Hubo mañanas en las que, habiendo dejado perdido en algún recodo desconocido el pantalón térmico que exigían los –3°C de cada día, me veía portando debajo de un ajeno jean, alguna calza amarilla o verde flúo que gentilmente me cedía la señorita con quien había compartido habitación, hasta poder, al mediodía, volver a mi cuarto para recuperar alguna prenda más varonil.
Sí, las temperaturas no eran chiste. Se mantenían entre los 3 y los –5°C, y he vuelto caminando algunas noches las 7 cuadras que me separaban de mi habitación con –12°C.
No me gustan los inviernos, pero ese invierno lo recuerdo por muchas cosas, y además, por no haber caído enfermo.
O al menos no me di cuenta de haberlo estado.


9.7.07

Música porque sí


Anoche, a las 12, lo recordé.
La verdad, extraño escuchar el himno cada día, a medianoche.
La versión de Charly –que me gusta- o la que fuere, pero lo extraño. Y no creo que sea una cuestión de patriotismo barato. Tampoco es para recordar en que país vivo.
No necesito andar con una banderita en cada mano para sentirme argentino.
Pero que la patria se festeje a si misma, diciendo cada noche “acá estamos”, me gusta.
Ojo, sin cadena nacional, ni por prepotencias verde oliva o imposiciones patrioteriles. No.
Pero como era hasta hace un tiempo. Simplemente que se escuche a medianoche.
Eso.

5.7.07

Eran los planetas..!


Plutón en tránsito cuadratura a su Venus.

Un aspecto desarmónico por tránsito Plutón/Venus significa una exaltación importante de las energías vitales. Al tratarse de un aspecto astrológico desarmónico, sin duda alguna existe una cierta inclinación a que esa energía se manifieste de manera un tanto descentrada o fuera de su centronatural. Por tanto, es preciso que tome conciencia de ello y que controle ciertas tendencias instintivas que ahora se pueden expresar en su carácter.



Ah, era que Plutón le está escupiendo el asado a mi Venus! Y yo que pensaba que la baja convocatoria en comentarios del blog era por estar escribiendo cosas que no ameritan comentarios.
Haberlo sabido!

4.7.07

Espacios vacíos.

Usualmente, por razones propias de mi trabajo, me encuentro viajando. Todas las semanas estoy viajando por lo menos dos veces a zonas tanto del norte, sur u oeste.
A veces viajes cortos, de unos 60 km, otras más largos, al interior del país. Esa es una de las razones por las cuales acepté el trabajo. Viajar.
En la mayoría de los casos lo hago solo. No me gusta tener compañía laboral durante los viajes y, como algunos se estiran días, y mis compañeros laborales son todos casados, con hijos y otros familiares, no aceptan con buen agrado desaparecer por 3 o 4 días. O lo aceptan, pero al regreso les espera una cara muuuy agria de sus esposas. Entonces viajo solo.
Hace unos meses, volviendo de Posadas, tuve un acontecimiento poco usual.
Normalmente estos viajes no tienen una duración predeterminada, entonces el pasaje de vuelta lo compro casi en el mismo momento de subir al micro, o un día antes de tomar el avión.
En Posadas fui a comprar el pasaje y había 2 horarios disponibles, con diferencia de 30 minutos uno del otro. Los micros iguales, el servicio era de la misma categoría, no había más diferencia que 30 minutos.
Saqué el pasaje para el primero y me quedé tomando algo en el bar de la terminal. Sucedió algo –en realidad no fue algo, sino alguien- que me hizo rever el horario de partida. Entonces fui y cambié el pasaje por el otro micro, media hora más tarde.
Qué sucedió? En realidad nada, sólo me quedé esperando la despedida de una mujer. Nunca llegó, pero la esperé. Quería ofrecer lo único que yo tenía, la posibilidad de la espera.
Y si no llegó, es porque la despedida ya era tácita. Y debía suceder así.
Hay situaciones que no tienen más explicación que eso, hay espacios que no necesitan ser poblados de razones para que existan. Y merecen guardarse así, vacíos.
Cuando viajo en ómnibus suelo elegir el primer asiento simple del piso superior de los micros. Ese ahí adelante, para poder mirar a diestra y siniestra. He visto noches espléndidas abrirse delante, estrellas fugaces, lunas inmensas.
La cosa es que, bueno, tomo mi micro pensando en esos espacios vacíos, en esas explicaciones que no alcanzan. Luego de unas 6 o 7 horas de viaje, la ruta bloqueada. Cola de vehículos que andaban a dos por hora. Y llegó un momento en que directamente la fila se detuvo. Después de un buen rato, ya varios pasajeros nos bajamos para fumar, caminar, mirar el campo recién amanecido.
Ahí, uno de los choferes me contó: Hubo un choque, parece que con un muerto y varios lastimados. El que chocó fue otro micro de la misma empresa, que había salido un rato antes desde Posadas.
El micro se veía allá, desbarrancado de la ruta, a unos 700 mts más adelante. No necesité preguntar más, y fui a mirar, obvio.
Sí, era el micro que yo debería haber tomado, con toda su parte delantera hecha pedazos. Y los que resultaron heridos fueron los tres pasajeros que viajaban arriba, adelante y el chofer. El muerto fue quien manejaba el camión que, en dirección contraria, se cruzó de mano.
Sí, ese asiento que colgaba ahora destripado era mi lugar.
Ese no era mi momento. No todavía.
Sólo era, también, otro espacio vacío.