24.3.09

El tiempo no para.


Por esas cosas raras que tiene el calendario con el que nos regimos, este otoño no comenzó, como suelen acontecer los otros otoños que han venido acumulándose anteriormente (primer falacia: los otoños no se acumulan. Se pueden acumular primaveras, quizá inviernos pero no otoños, definitivamente no) el 21 de marzo. Éste tuvo la peculiaridad de anticiparse, de ser prematuro, de guardar el inconfesable secreto de ver la luz antes de la fecha estipulada por el ginecólogo (pero no pudo escapar a la aguda visión de los astrónomos).
El otoño comenzó el 20.
Y..?

Hace un par de semanas se atrasaron los relojes, se volvió a enmarcar los atardeceres en el horario que corresponde, se volvió a cenar en el horario en que las buenas costumbres así lo estipulaban, se retomó la hora perdida de sueño que se había, misteriosamente, fugado de nuestra almohada hace unos meses. Eso sí, nadie pudo explicar como ese sábado, habiendo por ej. tenido una cita, habiendo programado un encuentro con alguien a las 23 hs, qué sucedió en el lapso en que esa hora recuperada volvía para atrás.


Yo, por citar un caso, tenía que encontrarme con un grupo de amigos ese sábado, a esa hora, y por supuesto que me encontré con ellos, pero a la hora me despedí porque me tenía que encontrar con un grupo de amigos a las 23 hs...


Bueno, para el caso no es tan terrible estas ínfimas distrofias temporales. Hace algunos siglos al jueves 4 de Octubre de 1582 le siguió el viernes 15 de Octubre, por suerte del mismo año. Fue la ocasión en que se implementó el calendario gregoriano que hoy nos rige, que como corresponde, no fue la estravagancia de algún emperador quien lo puso en práctica, sino el papa Gregorio XIII, buscando recuperar los días perdidos por el anterior calendario Juliano, y hacer coincidir el inicio de la cuenta del tiempo en el año del nacimiento de Jesús (que hoy se sabe que es errónea ya que Jesús de Nazareth debió haber nacido entre el año 8 y el 2 antes de Cristo. Y tampoco un 25 de diciembre).

En definitiva todas las fechas, arreglos horarios y desfasajes de días suelen ser facilmente programables, salvo una, la que más le importaba a la iglesia para fijar el ritmo de los aconteceres periódicos, las cosechas, siembras y todo las actividades que, en definitiva, terminarían dependiendo de estos ciclos solares: la Pascua.

El Concilio de Nicea del año 325 estipuló que el domingo de resurrección es el primer domingo después de la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera (primavera del norte, claro). y que, además, si el plenilunio coincidía con el propio domingo, la celebración cristiana se trasladaría al siguiente domingo, evitando coincidir con la Pascua Judía, no fuera cuestión de confundir religiones, ni adeptos de una u otra.

O sea, todas nuestras presunciones respecto a las fechas en que acontecieron muchos sucesos, incluso nuestro nacimiento puede no ser real. Bueh, real ha sido ya que hemos nacido y estamos acá (estamos..?), cambiaré esa promulgación por "exacta". Quizá quien cree que nació un 27 de Abril, por decir una fecha cualquiera, de hace unos 20 o 30 años no fuera tan exacto. Hubo muchos cambios de horarios, acumulación de días faltantes en el calendario, etc. Que ese día hubiese caído en 27 de Abril no significa que hoy por hoy continúe siendo el mismo día del mes, o del año.

Entonces quizá seamos más viejos de lo que creemos, o más jóvenes. Claro que vale si sólo nos medimos en términos de "duración en años".

Uh, me asaltó otra duda. Estamos viviendo o durando..?