28.12.08

Construcciones

En la vida se deshace y se construye. Casi diría que forzosamente.
Es necesario construir, pero eso mismo guarda la oculta premisa de deshacer algo ya hecho, para volverlo a armar.
Es como si cada ladrillo de una pared se despegara, se dejara descansando en el suelo para luego juntar todos nuevamente y construir una vez más. Todos o algunos. Voltear quizá unos cuantos, dar vueltas otros, dejar como estaban los más, quizá recortar alguno. Y volver a construir, no algo nuevo, sino algo renovado.
Renovar, limpiar los colores, volver a pulir los brillos. Pero no porqué lo anterior no servía, sino precisamente al contrario: lo anterior sirvió, y para evitar que caiga en desuso, que se vuelva vetusto, que no pueda albergar deseos y ganas como lo hizo en algún tiempo, es necesario deshacer y volver a construir.
Cómo? Igual que antes, pero –ahora- sabiendo.
Para crear nuevas dudas, una vida sin dudas es una vida sin sorpresas. Y sin sorpresas, se sabe, la vida se va llenando de herrumbre.
Entonces, deshacer y volver a construir.
Lo que no se podía construir antes, sencillamente porque no se conocían los secretos de estar vivo.
Como ahora, que tampoco se conocen, pero que se disfrutan por reconocer que son eso.
Secretos.

12.11.08

Sacramentos y pecados.

Alguien, uno muy grosso, dijo alguna vez:
"Fulano tiene una relación con su oficio de escribir casi matrimonial. Se sienta diariamente frente a su papel y su pluma con una dedicación marital. Asume enteramente su responsabilidad cumpliendo con el sacramento contraído.
Yo, en cambio, tomo el hecho de escribir como una relación con una amante. Jamás cumplo un horario.
Sólo puedo acudir a ella cuando tengo demasiada necesidad de hacerlo. Y cuando no estoy con ella, sólo sueño volver a verla exclusivamente cuando tengo conciencia de le puedo entregar todo lo que soy, y quedarme vacío.
Sino le estaría mintiendo (que no es tan grave, ya que una buena amante no necesita verdades)."


Mmm...

19.10.08

Sueños II

Viajaba por una ruta, en un cochecito rosa-naranja.
Delante iba otro igual, donde manejaba un tipo conocido llamado Rubén, iba haciendo cabriolas y paveando en la ruta con en el coche. Chocó contra la parte de atrás de un camión, yo imaginaba que iba a suceder algo más, no sabía qué.
En el camión se subió su coche, y arriba de él un caballo.
Rubén se quejaba de que él no tenía la culpa, yo lo increpé que no era así.


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Porqué suceden cosas en los sueños que no están estipuladas?
Si son sueños, tendrían que suceder hechos previstos, imaginados, pero no otros.
Porqué sorprenden los sueños sucediendo cosas no previstas, si están dentro de la mente de uno mismo.
Porqué tenemos pensamientos que ignoramos??

28.9.08

El estado de las cosas (*)

A qué viene, entonces, la tal digresión entre alcachofas y teros?
Precisamente, el hecho de formular una digresión ( término que ciertamente la Real Academia Española reconoce, omitiendo sin embargo su émulo "disgresión"), es establecer un devaneo que produzca un quiebre en la cotidianeidad de este blog.

Porqué? Porque generalmente la mayoría de las ideas de los humanos no tiene un sentido lineal, no responde a una lógica comprensible fuera de la propia del ser que las proyecta, aunque nos empecinemos en que eso no sea una verdad tan radical como que el mundo es redondo.

Para qué? Como se puede deducir de lo anterior, el quiebre de un discurso más o menos formal puede desencadenar un desencanto proveniente de la ruptura de la inercia producida por los textos anteriores. Como bien se sabe, la inercia es la propiedad de los cuerpos que tienden a mantener la continuidad de los estados de movimiento y/o reposo cuando un factor externo incide sobre tales estados, modificándolos.
(Pero aún no se responde el “para qué?”)
Capaz que para crear un punto de énfasis dentro de la estructura del blog. Capazmente.

Lo cierto (no quiere decir esto que lo anterior sea incierto) es que hay un línea de pensamiento que puede partir de una formulación de la Finitud de las Palabras, caer en el sondeo erótico-degustativo de un Momento Culinario, aunque breve, eso sí, y terminar en la apreciación de las característica Distractivas de la conducta animal.

Ello significará algo? Sin dudas.
Precisamente comprobar la brevedad de las palabras, la mezquina significación que de ellas se puede hacer, y las rupturas que se pueden formular a través de 3 textos sin ninguna ilación unos con otros.
Si no fuera por el silencios que los separa, que pueden traducirse como extensas jornadas de recapitulación algunos, o como fugaces paseos del escritorio a la cocina para calentar el agua del mate otros, no se puede asociar el conjunto de tales textos a una misma mano que los formula (falso: la mano no los formula, sino el pensamiento que, luego de crearlos, rastrea la memoria para la traducción de tales pensamientos en vocablos comprensibles para quien los lee. Pero como la imagen lírica de una mano que formula ideas es mayor a la razón de una mente que las crea, me quedo con esa representación figurativa)

(Que qué lo qué...?)
Redondeando: no es meramente casual (no existe la casualidad, recordémoslo) que el autor hubiese caído en la digresión de confeccionar 3 textos aparentemente disociados entre si, sino una concreta línea de pensamiento personal que mantiene la coherencia entre los mismos.

O sea: a veces me subo a la terraza del vecino para ver mi propia casa desde afuera.
(Práctica, por cierto, más que recomendable.)

Entonces?
Sirva la lectura detenida del texto referente a la conducta de la pequeña ave natural de estas pampas para relacionar que:
- Si un ñato esta escribiendo boludeces, sería productivo rastrear en los textos anteriores del mismo autor para detectar la sobria distracción que ejerce sobre los puntos álgidos de su historia. En particular la proximidad de la evocación de su momento de natalicio.
- Evadir la promesa (salvo el caso de Rammses que ha reparado en ese detalle) de un texto que se refiera a las connotaciones eróticas de la desfloración hoja por hoja de la alcachofa, significaría privarse de un texto mucho más distractivo y con mayor grado de apreciación.
- Nada más.

(*) uh, hubiese querido otro título más original, pero no me salió

25.9.08

Distracción

El tero es un animal muy curioso. No por su capacidad de curiosear, que no la posee, sino porque es un animal notable.
Yo, de chico, viajaba seguido al campo. Una parentela que ya se disolvió en el tiempo vivía a algunos kilómetros de esta ciudad furiosa, y solía viajar unas 2 o 3 veces por año para visitarlos.
Había muchos animales, obviamente. Pero los teros que cruzaba en el camino, o cuando deambulaba solo por el campo atraían mi atención por horas.
Quizá su color, su canto distintivo, su monogamia, su vuelo en círculos...
Hasta que me explicaron algo. Un tero sólo canta para distraer a quien se acerca a su nido, haciendo ruido en un lugar alejado a él.
O sea, cuando un tero canta, para ubicar su nido hay que caminar en sentido contrario a su canto.
...

10.9.08

Breve momento culinario



La voy a hacer corta:
septiembre es el mes en que aparecen los alcauciles...

Maravilloso mes en el que se puede comer tan maravilloso manjar.

Listo. (y no me vengan con los envasados que se pueden comer todo el año)

Postergaré asociaciones erótico-degustativas de tales delicias para otro post.

31.8.08

Finitud de las palabras.

A veces las palabras no alcanzan, y eso es lógico.
Lógico en el sentido natural de la palabra, ya que la misma fue creada para definir acontecimientos, no para decir qué son.
La mayoría de los aconteceres que nos asaltan cada día pueden ser definibles en palabras, casi todos.
Cualquier hecho puede ser “traducido” a los demás seres. Eso no significa que se esté relatando el hecho en si, sino que se están buscando elementos que los demás puedan interpretar con un cierto grado de cercanía respecto al hecho acontecido.
O sea, se reinterpreta el mundo para hacérselo conocer a los otros.
En realidad no es una reinterpretación, sino sólo una búsqueda de elementos que sean comunes a los demás seres para que puedan solamente acercarse a lo vivido por uno mismo.
Y para eso se usa el lenguaje, o las palabras.
Pero también hay otros artilugios para transmitir un hecho. Decirle a otra persona “sos un pelotudo” con gesto adusto y las cejas fruncidas suele tener distinto significado a decirlo con una sonrisa y un tono de voz amable.
Pero las palabras son las mismas!
Entonces las palabras no pueden definir completamente un hecho, o una situación.
Nos sucede a todos cotidianamente que debemos dar más elementos a otro ser para hacerle comprender nuestra idea, o nuestra experiencia de una situación sucedida.

Obviamente no estoy inventando nada con esto, todos lo sabemos. Y además hubo importantes filósofos que se refirieron al tema.

La cuestión es cómo podemos hacernos comprender por los demás seres, cuando lo único que estamos usando para transmitir un hecho vivenciado sólo son palabras, o gestos, o imágenes, o ruidos, o caricias, o golpes.
Entonces solemos quedarnos con la sensación de no habernos hechos entender completamente.
Y la gran duda es “lo que sentí no es real si no puedo transmitirlo, hacerlo comprensible para los demás”.
Que a los demás les interese es otro problema.
Que los demás interpreten que uno mismo no lo puede transmitir en su totalidad, no es otro problema, sino el mismo.

Tratar de entender lo que dicen los demás es muy complejo. Generalmente buscamos a quienes puedan expresarse en el mismo lenguaje que uno mismo lo hace, sabiendo que la comunicación en ese caso será incompleta, pero al menos más cercana a la verdadera comunicación.
Por ejemplo no es inverosímil que un profesor de oboe y una concertista de violoncelo puedan enamorarse desenfrenadamente entre si, o que un maquinista de tren pueda hallar en una vendedora ambulante a su verdadera amiga. O que un agricultor encuentre en una panadera a la compañera para toda la vida. Ejemplos estos sólo de las relaciones sentimentales, pero que se pueden diversificar hacia varios otros tipos de relaciones.
Eso no quiere decir que una persona que trabaja en la municipalidad de un pueblo perdido en el mapa no puede mantener una sólida relación con el profesor de historia del colegio del mismo pueblo.
Lo que es necesario, independientemente de las experiencias, estudios, realidades y nuevamente experiencias de cada uno, es que ambos se puedan comunicar al compartir algo que no incluye palabras, o gestos, o imágenes, o ruidos, o caricias, o golpes.
Sino algo más intangible.
Sueños.
Pero no sueños idílicos de paraísos a la orilla del mar, o de bosques encantados con venados pastando en el jardín, o torcazas gorjeando al amanecer.
Sino sueños indescriptibles que generan emociones. Y esas emociones nos definen.

Soñar es importante, aún despiertos.
Porque si no soñáramos sencillamente no sabríamos quienes somos, ya que careceríamos de emoción, y mucho menos podríamos hacernos entender por otros seres.
Transmitir esa emoción nos comunica, o lo intenta.
Capaz que el otro comprende nuestro intento.
Capaz.

13.8.08

Día de las minorías


Hoy está estipulado festejar el día de los siniestros.

No es un halago, teniendo en cuenta que no existen días de los diestros.

Ni día internacional del hombre, ni día del adolescente, ni de los no amigos, ni de los divorciados, ni de los no enamorados, ni de los astigmáticos, ni de los analfabetos.

Ni del amante.

O sea, cuando se estipula éstablecer un día en conmemoración de algunos seres, es porque ellos son minoría.

Pero bueno, hoy es el día de los zurdos. Porque sin nosotros, un mundo lleno de diestros sería demasiado predecible.


(Por la magia? De nada.)

9.8.08

El rincón de los que supieron escribir (I)

Puto es el hombre que de putas fía,
y puto el que sus gustos apetece;
puto es el estipendio que se ofrece
en pago de su puta compañía.

Puto es el gusto, y puta la alegría
que el rato putaril nos encarece;
y yo diré que es puto a quien parece
que no sois puta vos, señora mía.

Mas llámenme a mí puto enamorado,
si al cabo para puta no os dejare;
y como puto muera yo quemado

si de otras tales putas me pagare,
porque las putas graves son costosas,
y las putillas viles, afrentosas.


Don Francisco de Quevedo

2.8.08

Escala de grises


Dicen que algunos animales sólo ven en escala de grises. El perro es uno.
Bah, dicen, pero lo cierto es que ninguno de ellos pudo dar testimonio de tal característica.
Si lo dieran dirían “ yo sólo veo las cosas como son” o algo parecido.
“Yo sólo veo cosas más oscuras o más claras...”
Mmm, interesante punto de vista.
O sea, dirían que ven cosas más oscuras que otras, o más claras que las demás.
Eso implica tener un parámetro. Un parámetro para decir por ejemplo “ un hueso sin rastros de carne es más blanco que uno con alguna brizna de carne incrustada..”
O “ el cielo durante algunas horas se pone más oscuro que en otro momento donde el sol entibia mi hocico..”

Entonces, ver cosas “más oscuras o más claras que...” significa tener una medición, una calibración desde la cual se categoriza al resto de las cosas.
Ponele que se lo llame un gris medio. Ponele.

Obviamente es probable que ese gris medio difiera de un animal a otro. O no.
Si todos los animales que sólo ven en escala de grises tuvieran el mismo gris medio, de alguna manera habría un entendimiento entre ellos, el suficiente para no crear discrepancias demasiado enfervorizadas.
Todos verían que, por ejemplo, una noche es más oscura que el día, o que un hueso demasiado blanco no merece siquiera la molestia de detenerse a olerlo.

Los humanos vemos en colores. Al menos eso creemos.
Digamos que vemos en la suficiente variación del espectro de luz como para poder discernir entre algo que, además de ser “más oscuro o más claro que..” también puede mostrarnos intensidades y variaciones.
Entonces no solo evaluemos las cosas como “más oscuras o más claras que..” sino que también notamos las diferencias inconciliables entre por ejemplo un hueso y el sol. O entre un cielo de madrugada y una mirada oscura.
Quizá el hecho de ver en colores nos hubiese complicado entendernos. Hay muchas más disparidades que únicamente “más oscuro o más claro que...”.
Claro que hay más riqueza de contenido pero...

Posiblemente nuestros ojos hayan evolucionado a un ritmo distinto que el resto de nuestros órganos.
El corazón ponele. O eso que se estruja cuando no nos habita la tibieza del entendimiento con otro humano. Otro humano que merezca ubicarse muy cerca del “gris medio”.
Quizá tendríamos que volver a ver sólo grises para no estar tan alejados de aquellos que no lo ameritan, o para saber mantener la distancia respecto a aquellos que, simplemente, son “más oscuros o más claros que...”

19.7.08

Apenas

..hace un año.

9.7.08

Decisiones, responsabilidades y arroz con salchichas

Ser independiente es un paso importante.
Vendría a ser como que ya uno empieza a vivir la vida con responsabilidades, compromisos y dedicación.
De alguna manera, años más o años menos, sería como abandonar el nido, el hogar de los padres a los 20 para empezar con una vida más individualista, o al menos dedicada al desarrollo personal, la construcción de el propio futuro y bla bla bla.
Ser independiente es un paso importante.

Hay personas que recuerdan el día que hicieron ese cambio. Para algunas se materializó con más claridad en su fecha de casamiento, para otras no.
En general se tiene más conocimiento de la fecha de nacimiento que de la de independencia.
Qué día te independizaste? no es una pregunta cotidiana. No suelen hacerse horóscopos sobre ese día ni conmemorar la fecha con torta y velitas.
Nada.
En general no hay una conducta estandarizada para encarar ese momento, cada uno lo construye como puede. No hay maneras mejores que otras. Yo lo manejé medio torpemente –cómo correspondía a la inexperiencia de mis 23-, con idas y vueltas, pero con la idea clara del “sin retorno”.
Una vez que uno se marcha del hogar, no hay vuelta atrás, eso debía ser incuestionable, pasara lo que pasara.

También están quienes no lograron hacerlo nunca, permaneciendo a lo largo de sus vidas pernoctando en el hogar familiar. Son elecciones propias, en la medida que sean realmente elecciones propias. Tener conciencia de la propia elección es gratificante, sin importar cuál fuera esa elección. En una disyuntiva SIEMPRE hay al menos dos alternativas. Uno elige.
Elegir ser independiente es sólo una, hay otras tan válidas, pero continúo con la idea de independencia.
En general son cambios hechos con alegría, con amigos que acompañan, con dietas de arroz y salchichas, con ropa desorganizada y tirada por todos lados, con cuentas para pagar, con calefones que no funcionan... son cambios interesantes.
Con los años se va aprendiendo a organizar la ropa, a prevenir visitas, a enriquecer la heladera, a pagar las cuentas y tratar de conservar un resto. Se aprende y se disfruta el resultado de ello.
A veces aparece alguien con quién compartir no sólo la cama, sino el resto de la vida. Otras veces aparecen personas con las que compartir la vida es medio engorroso (o incompartible) y pasan de la cama a la puerta de calle. Y otras veces hay demasiado de unas o de otras.
Y los “demasiados” son movimientos sísmicos. Nunca se sabe qué quedará en pié.
O quién.

Pero volviendo a la independencia, en general es un momento de decisión no siempre recordado, pero casi siempre generador de nuevos acontecimientos. Y en la mayoría de los casos siempre llega un momento del cuestionamiento:
“¿qué hago con esta vida que ahora tengo entre mis manos?”.
Buscamos, en algunos casos, responsabilidades ajenas para sopesar la riqueza, o miseria –no exclusivamente económica- con que nuestra vida va llenándonos las palmas, o escurriéndose entre los dedos.
Y se sabe que, cuando uno quiere buscar responsables, siempre los encuentra, aunque se demore algún tiempo en reconocer que no hay mayores responsables que nosotros mismos. Los de afuera son un adorno, a veces más vistoso y fácilmente objetable, pero no pasan de eso.
Los “otros” no son los culpables de la suerte o desgracia ocurrida, si fuimos nosotros quienes, por ejemplo, les dimos las llaves de nuestra puerta, o les habilitamos un cajón para guardar su ropa.

...

Creo que a veces con los países pasa algo similar, o más complicado... pero similar. Como para al menos pensarlo, precisamente, en el aniversario de su independencia.

1.7.08

Los unos y los otros.

Vivir “al sur de..” tiene -o debería tener- algunas pautas propias. Bah, sería casi lo mismo que “vivir al norte de…” con la leve diferencia que la historia, al menos en esta parte del planeta siempre se escribió viviendo “al sur de...”.
En esta porción los cielos son parecidos o casi iguales a los de aquella, pero la concepción de trópicos y ecuador generó una percepción de las estrellas desde otra óptica. Y también del Sol.
Hace años, algunos siglos atrás, todas las sociedades cambiaron su nomadismo y su forma de vida rudimentaria con la aparición de la agricultura. Todos, los del norte y los del sur, los del este y los de más acá.
Todos.
Para comprender ese fenómeno tan prodigioso como era el crecimiento de las cosechas, el efecto de las lluvias, los momentos de recolectar lo sembrado debieron encontrar pautas. Pautas que las rigieran.
Y todos, los del norte, los del este, los de más acá y los del otro lado encontraron esas reglas invisibles mirando hacia arriba, al cielo. Las encontraron en las estrellas.
Y en el Sol.
Todos se dieron cuenta de lo mismo, aún sin estar comunicados entre los del norte y los del sur, ni los de más lejos con los de más acá. Se dieron cuenta que los días no duraban lo mismo, que a veces el Sol demoraba un poco más o un poco menos en aparecer por la mañana, o desaparecer al anochecer.
En una palabra, entendieron los ciclos solares que regían las siembras, las estaciones lluviosas, las cosechas, los fríos y las sequías. Y establecieron fechas para el inicio del proceso agrícola. Anual. Puntualmente preciso. Incuestionable.

Hay dos fechas, dos momentos que rigen este ciclo. Y a uno más que al otro se le dedicaron monumentos, festejos, cultos, incluso de lo deificó.
El momento en que el día deja de ser tan corto y el Sol empieza a permanecer más tiempo en el cielo.

Allá, en el norte, ese día es el 21 de diciembre.
Ahí nomás se daba inicio al nuevo año, al nuevo período de siembra. A la actividad más importante que aseguraba la permanencia y perpetuación de las sociedades sin necesidad de ser presas de las bestias, ni del caos de un mundo imprevisto… o casi. El día que el Sol comenzaba a alargar su visita era previsible. Y había que conmemorarlo. Y de manera incuestionable. De manera lo suficientemente sólida para que fuera el día más importante a festejar a lo largo del año agrícola.
Todas las sociedades se dieron cuenta de ello, las del norte y las del sur. Los pocos que vivían por debajo del ecuador también. Nosotros… o quienes habitaron este lado del globo.
En el norte, las religiones eran las encargadas de fijar los ciclos agrícolas, y establecer su conmemoración. También acá en el sur.
Pero dar explicaciones acerca del “porqué” significaba dar demasiados conocimientos a los simples campesinos, que lo único que tenían que saber era cómo sembrar, regar y cosechar. Los sacerdotes sólo se ocupaban de decirles “cuándo”, porque compartir demasiados conocimientos, de alguna manera, significaba perder su lugar de privilegio, su hegemonía, su poder. Los pueblos no tienen que saber los porqués, sólo tiene que tener conocimiento de los cómo. Los porqués son un saber restringido para aquellos privilegiados que tenían el íntimo orgullo de tener el dominio de dirigir al pueblo, amparados en su ignorancia.
O de empujarlo.

Qué curioso que, justamente, ahí nomás de esa fecha tan importante, se hubiera fijado –muchos años después y por un Papa sin ninguna visión divina, sino con más espíritu de practicidad hegemónica- una celebración también tan importante que poco tiene de referencia con el inicio de los días más largos, con la celebración del Sol calentando por más horas la vida. Muy curioso.

En el sur, algunos de los pocos pueblos que pudieron llegar a tener esos conocimientos no conmemoraban el 21 de diciembre, sino el 21 de junio como el día a partir del cual el Sol comenzaba a recuperar la vida. A partir de ese día empezaba un año nuevo.
En estas tierras al festejo se lo llamó Inti Raymi, y poco tenía que ver con el nacimiento de algún Mesías, sino con el final de la noche más larga, el renacer del Sol.
Esa es una de las razones, quizá la ignorancia oculta más atroz, del renombrado momento en que Pizarro, recién llegado al reino Inca envió a su fraile Valverde a dialogar con el Supremo Inca Atahualpa, a quien le ofrece una biblia expresando que esa "era la palabra de Dios”, a lo que Atahualpa, rascando las tapas y poniéndose el libro al oído no logra escuchar nada, por lo que lo arroja al suelo, diciendo que su dios está vivo y brilla en las alturas, y no se encierra cautivo en un libro.

Actualmente conmemoramos el 25 de diciembre, y el fin de año el 31, más por una cuestión de fe, que por conocimiento de las causas.
Como hace algunos siglos atrás, seguimos recluidos a actuar ignorando los porqués, mientras que quienes guardan celosamente el saber nos guían.
O nos empujan.


Por cierto, aunque con algunos días de atraso, Feliz Año Nuevo (nuestro).

19.6.08

Que qué lo qué...!?

"Primero se llevaron a los comunistas pero a mí no me importó porque yo no era.
En seguida se llevaron a unos obreros pero a mí no me importó porque yo tampoco era.
Después detuvieron a los sindicalistas pero a mí no me importó porque yo no soy sindicalista.
Luego apresaron a unos curas pero como yo no soy religioso tampoco me importó.
Ahora me llevan a mí,
pero ya es tarde."
Martin Niemöller


(Reuters) - Una empresa japonesa ha fabricado una novia robot de 38 cm que besa cuando se le pide, pensada para hombres solitarios, y saldrá a la venta en septiembre por 175 dólares (unos 113 euros).
Con sus sensores infrarrojos y la energía de las pilas, la diminuta damisela llamada "EMA" pone morritos cuando se le acerca una cabeza humana y entra en lo que sus diseñadores llaman "modo de amor".
"Fuerte, resistente y preparado para la batallas son algunas de las expresiones que se asocian con los robots, pero quisimos romper el estereotipo y ofrecer un robot que es dulce e interactivo", dijo Minako Sakanoue, una portavoz de la fabricante Sega Toys.
"Es muy amable y aunque no es humana, puede actuar como una verdadera novia", agregó.
EMA, que responde a la siglas de Eternal Maiden Actualization (Actualización de Doncella Eterna), puede también repartir tarjetas de visita, cantar y bailar.
La empresa Sega espera vender 10.000 unidades el primer año.

Y nadie levantará ninguna protesta!?

Si a quienes han manejado el mundo no les ha importado por siglos el hambre de algunos, si no les ha preocupado por centurias las enfermedades de otros, si no les altera el pulso la miseria de la mayoría...porqué pensar que les puede importar nuestro orgullo? O cuando nos reemplacen en todos los trabajos, tendrán estipulado que nos dedicaremos a escribir poesía y a mirar los atardeceres? (...o seremos prescindibles??)

Hay silencios y silencios. Pero hay silencios que son demasiado parecidos a la estupidez.



16.6.08

No más luz y sombra.

" Revolviendo los vientos las llanuras del mar, es deleitable desde tierra contemplar el trabajo grande de otro; no porque dé contento y alegría ver a otro trabajando, mas es grato considerar los males que no tienes; suave también es sin riesgo tuyo mirar grandes ejércitos de guerra en batalla ordenados por los campos; pero nada hay más grato que ser dueño de los templos excelsos guarnecidos por el saber tranquilo de los sabios, desde do puedas distinguir a otros y ver cómo confusos se extravían y buscan el camino de la vida vagabundos, debaten por nobleza, se disputan la palma del ingenio y de noche y de día no sosiegan por oro amontonar y ser tiranos. ¡Oh míseros humanos pensamientos! ¡Oh pechos ciegos! ¡Entre qué tinieblas y a qué peligros exponéis la vida, tan rápida, tan tenue! "
Lucrecio

La historia de mi país, de toda América Latina es ciclotímica.
Períodos de serenidad pasmosa, confundibles con mansedumbre ovejuna, y períodos de días revueltos, confundibles con danza de hienas.
Desde que nací, hace casi un montón de años, apenas algunos, he visto la vida oscilar entre los que quedan dentro de un caldero y se cuecen lentamente, y los que intentan saltar del borde de él, y caer al fuego o tener mejor suerte: caer y estrolarce contra el suelo, pasando el resto de sus vidas curando sus huesos rotos.

Las dicotomías, los dos bandos, los blancos y negros, azules y colorados, Boca y River, pro y anti, a favor y en contra, norte y sur, religiosos y paganos, los que la tienen larga y los que la tienen corta, las que van al frente y las boluditas...todo siempre fue planteado en forma de opuestos contrarios.

Comés o te vas a dormir.
Estás con nosotros o estás en contra.
Sos parte de la solución, o sos parte del problema.

Pero no es algo inherente sólo a esta América, sino mucho más general y perdido en el pasado, en los orígenes.
Qué mejor dominación, qué mejor manejo servil del ser humano que plantarlo frente a sólo dos alternativas posibles?
La píldora azul o la roja?
Paraíso o infierno?
El campo o el gobierno?

Creo que nos subestimaron demasiado tiempo.
O creyeron que les creímos.

4.6.08

Ser..




Somos los pedazos que dejaron sobre nuestros huesos quienes nos abrazaron.


Sin ellos, sólo seríamos nuestros huesos.




21.5.08

Live.. and let die

Hasta hace unos pocos años, apenas unos 120 mas o menos, la historia se iba contado de dos maneras, o de algunas más, pero las que permanecieron para poder conocerla fueron principalmente dos.
La Letra y la Pintura.
De la primera ya hablaron los que saben mucho más que yo sobre ella, o los que hacen mejor uso de la misma.
De la segunda también, pero hay algo curioso. La imagen siempre pudo decir cosas en las que la palabra se quedaba pagando.
Cuando apareció la fotografía, la pintura se pudo quitar de encima el compromiso de contar la historia, y se dedicó a soñar. La responsabilidad de contar cosas pasaría de una a la otra, y de la otra, con el tiempo, a su hija idiota, la tv, enorgulleciéndose sin embargo con su primogénita privilegiada, el cine.

Cuando la pintura contaba la historia, no sólo recreaba un hecho, hacía algo más subliminal: hablaba de quién la estaba narrando sobre un lienzo. Quien pintaba, no sólo pintaba sobre pedido de algún noble o acaudalado personaje de su época, sino también pintaba sobre lo que él mismo veía.
Leonardo, Delacroix, Goya, El Greco, Portinarí y demasiados más dan ejemplo de eso.

O sea.
La realidad es algo que sucede, y que cada individuo interpreta de acuerdo con su propia visión.
La visión no es exclusiva de los ojos, mirar sí. Ver es un atributo del alma.
Y el alma, lamentablemente, no siempre es tan cristalina como se la quisiera encuadrar desde una visión más espiritual de la vida.
¿Porqué? Porque no se sabe nada de ella, al contrario, se desconoce casi todo, salvo que está allí. Sino cómo justificar aberraciones, guerras, hambres, y otras desviaciones a su cristalidad? Porque los deshonestos, los militares, los políticos, y todos los demás seres parados sobre este mundo, incluidos los abogados, tienen alma.

La realidad es una. Grande, amplia, quizá inconmensurable para la mísera amplitud humana. Pretender abarcarla de cabo a rabo es demasiado para una persona.
Ver la realidad, y tomar de ella sólo la ínfima porción que mejor nos define, es una mentira que nos mantiene vivos.
Compartir esa mentira crea afinidades. Amistades, fraternidades, amor quizá.
Pero de ahí a creer que esa ínfima porción es la única realidad existente, o al menos la única válida para ser vivida es un contrasentido de enorme dimensión.
Aunque la mayoría creamos que es la única opción, o no nos animemos a adoptar otra.
O le sigamos insistiendo al resto de los mortales que nuestra porción es la más acertada de las elecciones.

10.5.08

Letras raras

Muchas veces he notado un insólita capacidad en algunos autores de blogs.
Llamativa, interesante, aunque más que nada curiosa.
Hay quienes tienen una mejor dicción (bah, no es dicción sino escritura, aunque tampoco es escritura sino una más adecuada manufactura, pero como me gusta la palabra dicción, uso esta última) al dejar un comentario en otro blog al que asiste periódicamente, que al escribir un post en su propio blog.
Son temporadas dirán...Mmm, no estoy tan de acuerdo.

Como el ser humano es un ente variable en sus emociones, en su capacidad de crecimiento y aprendizaje, en su habilidad (o inhabilidad) para adquirir conocimientos y hacer uso (o no) de ellos, no es de extrañar la intrincada metamorfosis que lleva a alguien a pretender armar su propio blog gestando escritos que, si bien tienen una esmerada confección, si caemos en las comparaciones -siempre odiosas, por cierto-, comprobamos que son más nutritivos los comentarios que aporta a aquellos otros blogs amigos (o no amigos, pero frecuentados de manera asidua).

Intentar definir tales actos (llamativos, por cierto) de la naturaleza humana puede dar lugar a infinitas conclusiones. Y en realidad, la mayoría de ellas estarían erradas ya que, sabemos, las opiniones siempre están tiznadas de una personal tendencia de quién las manifiesta. Por lo que es más aceptable, o al menos menos hincha pelotas, hacer caso omiso de tales opiniones.

Como suelo ser alguien que cree fervientemente en esta última acepción , no intentaré buscarles una categorización a quienes así actúan.
Pero sépanlo, yo muchas veces me embandero con ellos.
Y con mucha honra.

1.5.08

Danzas rituales

Hace apenas dos meses que vivo en el departamento donde vivo.
Hay todo un aprendizaje de nuevos ritos.
El rito, precisamente, es un conjuro hacia hechos mal aprendidos, o aprendidos en circunstancias con un resabio de angustia. El rito sosiega un mundo en caos.
Los caos, las anarquías, los laberintos, nos obligan a tomar posturas de defensa ante ellos, aunque asumamos un parecer conformista o adaptable ante esas circunstancias no somos complacientes con ellas, sino que aún ahí tomamos una posición de resguardo, dejarlas suceder también lo es.
Precisamente, dejar acontecer algo que nos supera es una posición de amparo, aunque suene contradictorio. Luego le buscaremos la vuelta para hallar el costado que más nos cierre como justificable. Aunque no lo tenga, para eso somos sapiens, -o existen los amigos-.

Leyendo el blog de Adriana recordé un rito habitual. Tonto, pavote, objetable por el costado que se lo mire, pero mío.
Cuando salgo a sacar la bolsa de basura, que tengo que dejar en un compartimiento del pasillo, salgo con dos juegos de llaves.

15.4.08

En una tierra de olores claros I

Hay un lugar, una vereda que transito muy de vez en cuando, precisamente los domingos que hay elecciones. Jamás hice un cambio de domicilio, a pesar de haberme mudado demasiadas veces, por lo que conservo la primigenia, antigua dirección electoral del documento que saqué a los 16.
Esos domingos, que a veces suceden cada dos o tres años, camino por una vereda del barrio de Floresta. Camino muy pegado a la pared, casi rozándola.
Cuando era chico caminaba de la mano de algún mayor por esa vereda, y al pasar por un lugar en particular, por un instante fugaz podía sentir un olor que jamás he sentido en ningún otro sitio. Ni barrio, ni calle, ni ciudad, ni país extranjero.
Ese olor siempre me fue imposible de describir. Ni perfumado ni nauseabundo, sólo agradable.
Algunas veces, en esos domingos, lo he percibido apenas, mezclado con otros olores nuevos. Otras, la mayoría, no.

El olor de las cosas es un tipo de registro que queda guardado por mucho tiempo en la memoria.

El olor de las casas, de los barrios.
El de los juguetes de plástico o madera.
El de algunas plazas.
El de los desayunos.
El de las personas.

"Cada uno tiene su propio olor particular, mucho más vívido y evocativo que cualquier expresión de su cara".

"El ser civilizados y humanos significa, por un lado, que nuestras vidas no están guiadas por nuestros olores. El comportamiento social de la mayoría de los animales está controlado por los olores y otras señales químicas. Perros y ratones dependen de los olores para localizar su comida, para reconocer caminos y territorios, para identificar parientes, para encontrar una compañera receptiva. Los insectos sociales envían y reciben intrincadas señales químicas que les indican hacia dónde dirigirse y cómo comportarse durante todos los momentos del día.”

“Pero los humanos "sienten" al mundo fundamentalmente por medio de los ojos y de los oídos. No le prestamos atención al sentido del olor, y a menudo suprimimos la conciencia sobre lo que nos dice la nariz. A muchos de nosotros nos han enseñado que hay algo vergonzoso acerca de los olores.” (1)

Los olores, los aromas no se pueden describir. Se pueden compartir si la otra persona llega a sentir el mismo “objeto de olor”, pero salvo que se trate de plantas u otras manifestaciones más cotidianas y establecidas, muchos aromas sólo quedan guardados como indescriptibles. Y cada uno mantiene asociado un sentimiento, una manifestación también indescriptible –y personal- del placer o desagrado que ese aroma nos generó.

Aunque el olor se disfrace, algo aún se puede detectar. Un perfume sabe distinto en una persona o en otra.
Pero lenta y sutilmente vamos olvidando nuestra capacidad olfativa.
Y algunas veces, sólo podemos confiar en ella.


“Ni narices tienen,
los caídos hijos de Eva”.
G.K.Chesterton


(1)Howard Hughes Medical Institute.

6.4.08

Serás lo que haces con lo que hicieron de tí

Hubo una época, en el borde impreciso entre la niñez y la adolescencia, más tirando a la primera, en que las pautas educacionales de los ’60-‘70 impelían la orientación de los párvulos hacia alguna actividad, arte o simple pasatiempos que fuera lo suficientemente ocupacional para erradicar conductas ociosas durante los meses estivales. Hablando en cristiano, mandar a los mocosos a realizar alguna actividad más formativa que recreativa durante el verano para que no pasaran los 3 meses de vacaciones rascándose el higo y evitar la inminencia de catástrofes materiales, como por ejemplo, quemar la casa o electrocutar al perro.

Quizá había en ello algún vértice de deslumbramiento de aptitudes artísticas y/o intelectuales del crío, aunque también era una excusa para mandarlo a hacer algo mientras los padres podían relajarse y tomarse un respiro durante algunas horas de la semana, esquivando el bombardeo de situaciones riesgosas a las que los pequeños demonios los tenían acostumbrados.

Todos los veranos de mi época colegial primaria e inicios de la secundaria fueron atiborrados con tales actividades.
Música, inglés, dibujo, colonias deportivas, aprendizaje de oficios, cursos de apoyo de lengua, matemática, física, química y otras menores que se disipan a la distancia se planificaban a partir de septiembre dentro del ámbito familiar, para rellenar meses de ociosas horas de siesta.
En mi caso particular, el problema de todas estas actividades, algunas interesantes y hasta divertidas, radicaba en que siempre, siempre eran impartidas como castigos.
Obligatorios castigos a los que había que asistir sin derecho a réplica.
“Vos seguí sin hacerme caso y en verano te mando a estudiar guitarra!”
“Si no haces la tarea, ya vas a ver como te mando a profesores particulares de Enero a Marzo”.
“Si no te bañas y seguís dejando la ropa sucia tirada por cualquier lugar, en verano te mando a una colonia para que aprendas a ser ordenado”.

Debo reconocer que no era dócil durante mi temprana edad, contrarrestando con los modos y costumbres del hermano que me antecedía. Y siempre, indefectiblemente, algún castigo debían acarrear la mayoría de mis hábitos.
Pero la obligatoriedad de ejecutarlos era lo que más me rebelaba.
Así fue como he aprendido varias materias, actividades, artes y enseñanzas generales: obligado a ejecutarlas. Y como mi aplicación a tales aprendizajes no siempre venía seguido del beneplácito de la felicitación por las notas, por la dedicación aplicada o por la destreza en la ejecución de lo aprendido, sentía que la única función de esas actividades era castigo.
Mi respuesta? Hacerlo de memoria, sin tener interés en escarbar en alguna de ellas para encontrarle el costado intelectual o formativo. Cosa que con los años me hizo olvidar tozudamente de algunas e ignorar las aplicaciones de otras.
Y encarar aquellas que nacían a partir de una satisfacción propia, aceptando que los estímulos y felicitaciones no habían sido parte de aquellos aprendizajes obligatorios, sino una elección personal.

Algunos -varios- años más tarde, cuando el hermano que me antecedía recibió su título universitario, quien asistía orgulloso al salón de ceremonias para felicitarlo fue sólo el hermano que lo precedía.

27.3.08

Abril vendrá..

Se pueden decir muchas cosas cuando termina marzo.
Casi la mayoría tiene que ver con el inicio del otoño,
otras no.
Los abriles suelen ser merecedores de ser visitados
al menos de vez en cuando.
Pero todo Abril tiene un sabor particular,
un sabor completamente distinto al resto de sus congéneres,
independientemente que cada uno tenga un sabor particular
los Abriles suelen ser muy distintos.
Algo que pasa desapercibido para cualquier transeúnte apresurado
tiene su vigencia dentro de un Abril.
Los días tienen la duración exacta,
las noches se duermen mansas antes de la salida del sol.
Cada hora tiene el particular aroma de ser infranqueable
y eterna.

Un Abril no es para nacer,
sino para disfrutar luego de haber nacido.
Tampoco es para despedidas,
para eso están los julios, los noviembres.
Los mayos insípidos.
Tampoco es para adormilarse mansamente bajo la copa de los árboles,
para eso están los febreros.
O los octubres.
Indistintamente de la estación del año que tengan que transitar.
Pero un Abril acá o en el otro extremo del mundo
siempre tiene reminiscencias de nuez moscada
y maderas estacionadas.
Y se desliza reptando silencioso
dejando el leve susurrar de su voz
que se comenzará a extrañar nuevamente
a partir de cualquier agosto.

12.3.08

Lo que importa no es que vuelvas, sino que logres algo antes de irte.

Algunas tribus de Melanesia tienen la tradición de hacer un festejo ante la muerte de un integrante del grupo. El abandono de la vida terrenal hacia algún otro mundo sin tantas privaciones y calamidades es festejado con ceremonias ruidosas y coloridas.
En otros varios rincones del mundo, el culto de la muerte ocupa un lugar importante al momento de rendirle homenaje al mundo incomprensible y desconocido del más allá.
La compulsividad u obsesión durante la vida a pensar y ocupar horas y tiempos considerables hacia aquello que nos devengará algún día de un futuro incierto, a partir del cual uno mismo “no será”, sino que ya “habrá sido” insume considerables devaneos.
Alguna vez he pensado que yo mismo partiría un martes. Hace poco escuché la idea de otro blogger acerca de cuantas veces transitamos el día de nuestra muerte a lo largo de los años, ignorando que ese día, precisamente ese, será el que en algunos años más –quién sabe cuantos- ocurrirá.
A veces la muerte ocupa demasiado tiempo durante la vida, dudando personalmente si ocurre lo mismo de manera inversa.
A veces la vida se complica demasiado como para pensar en vivirla serena y plácidamente, sin pretender caer en felicidades ya que esos son momentos fugaces e irrepetibles.

Posiblemente en las Tablas de la Ley que recibió Abraham, se hubiera omitido algún precepto en particular acerca de la obligación de ser felices durante la vida, sin tener que esperar llegar al paraíso para vivir la bienaventuranza de serlo allí, en lugar de transcurrir toda una vida de oprobio como si fuera una sala de espera del consultorio odontológico.
El concepto de temor a Dios, a ese con mayúsculas con que –precisamente- han atosigado durante siglos a la humanidad, ya ha caído en cuestionamientos. La idea de infierno, destituida por el anterior Papa, ha sido vuelta a poner en vigencia por el pontífice actual procurando levantar aquella premisa de premio o castigo para después de la vida.

Y mientras tanto, qué?

22.2.08

Grillo

Sin pretender tener un corazón eglógico y sencillo, hoy por la mañana ha aparecido un grillo en la venta, y se quedó a pasar el día.
El primer día
Mmm. Es la primer visita.

11.2.08

Vida en eclipse

La mayoría de las personas que pasaron por este planeta lo miraron. También, no es para menos! Imposible no notar su presencia.
También muchos le dieron y dan poderes misteriosos, y la mayoría curativos. Tanto es así que se llega a pensar y demostrar científicamente que sin él la vida sería imposible por este costado de la galaxia.
No importa qué cultura o civilización hubiese pisado esta misma porción de tierra antes, todas le han rendido reverencia. También a su opuesta, aunque algunos con reminiscencias románticas la llamen su pareja.
Él es único, ella también. Quizá por esa monotonía de exclusividad hemos signado la vida a una continua bipolaridad de opuestos.
Las cosas son duales. Existe una de ellas y también existe su contrapartida. En el medio no hay nada, o lo que existe es una constante transformación hacia uno u otro de esos opuestos, como representa el mandala del ying y el yang.
Y aún así, siendo tan solo una o dos las alternativas para visualizar o vivenciar algo, cuesta demasiado entender como funciona.

Pretender contraponer el funcionamiento y utilidad del sol al de la luna, a veces no resultó del todo satisfactorio cuando sólo se piensa en opuestos. Pero por una o varias razones de simplificar el problema, se continúa pensando que lo son.
Es más fácil pensar que sólo hay luz y oscuridad. O pensar que el negro y el blanco son indisolubles uno en el otro.
Aunque en realidad ese es un engaño que, por no querer desovillar apenas unos metros el hilo del problema, hacemos de cuenta que siempre fue así y lo seguirá siendo. Aunque nos quedemos insatisfechos con la explicación simplista de la dualidad y los opuestos.
Porque nos quedamos insatisfechos, de eso no hay dudas.

Y las insatisfacciones a veces nos acompañan demasiados años en una vida que no suele hacer ostentación de tener tantos, ni de que le alcancen los que tiene.
Esa insatisfacción la mayoría de las veces está plantada sobre raíces de dualidades y opuestos.

Cuando era chico e iba a la escuela primaria, nos separaban en el patio durante el recreo en dos zonas, con la explícita prohibición de cruzar el límite que las separaba. En el colegio secundario a veces también se establecía algo similar. Una zona era exclusiva para las mujeres y la otra para los varones.
Cuando lo recuerdo, también acarreo otra imagen: siempre estuve insatisfecho con esa fragmentación del patio durante el recreo, o de la separación en los bancos dentro del aula, también entre mujeres y varones. Y varias notas de conducta he llevado a firmarles a mis padres por romper esas fronteras, o por intentarlo.
Las explicaciones para ello siempre eran también curiosamente prejuiciosas: los varones tienen juegos bruscos que lastiman a las mujeres, o actividades opuestas a las de ellas.
Claro, también la educación era distinta para unos y otras, pero no solo la escolar, sino la familiar y la social.
Cierta vez, como debía ser, mi padre tuvo conmigo la “charla de hombres”. Diálogo (monólogo en realidad) del que salí con menos respuestas, más dudas y tan sólo una certeza: el mundo está equivocado.
Esa educación, a la larga, fue macerando la idea de los opuestos. Y los opuestos derivan en inconciliables.
Y los inconciliables derivan en soledades.


Obviamente la vida no se desarrolla completamente dentro una escuela, pero lo cierto es que aquello aprendido nos ha creado más insatisfacciones que placeres. Y el placer lo hemos tenido que buscar solos... y aprenderlo precisamente junto a nuestro opuesto, dejándonos muchas veces conducir por él.

El amor, como el sol, es uno solo. Podemos creer que es amarillo, o naranja, o que no entibia demasiado. Podemos creer que cuanto más cruel es, más nos fascina, o que si es demasiado brillante termina por aburrirnos.
Pero lo que no nos sirve es pensar que el otro es nuestro opuesto, y que sus necesidades distan años luz de las nuestras.
Porque si creemos en ellas, no estamos más que haciendo una torpe parodia de aquello que desearíamos vivir, y mantendremos la insatisfacción de creer que esto, lo bien aprendido por ser mal enseñado y jamás cuestionado, es lo único posible.

Pretender que el sol remueva mareas como la luna, o que ella entibie los días de la misma manera que él, es hacer caso omiso a la necesidad de sus diferencias.
Reconocer que un día sin sol no es día, ni es noche, o una noche sin luna no es tan perfecta.
Un amor sin pseudos diferencias, es un amor comprometido, y dificil de concretar.
Pero en lugar de pretender pasarle cera al prontuario del otro, quizá sea necesario plumerear primero el propio.

5.2.08

Orígenes


Los carnavales fueron desde su inicio una fiesta popular. Precisamente nada incluía alguna organización por parte de las autoridades de las ciudades o los pueblos. Sólo era estipulada por los ancianos.
Simplemente se festejaba –como hace unas semanas le contaba a Kolo y Casandra- como fiesta previa a la cuarentena (cuaresma) en la que sí estaba estipulada por las autoridades, religiosas en este caso, la prohibición de comer carne... de comerla en el amplio sentido.
Se efectuaban durante 4 o 5 días previos al miércoles de ceniza, el primer día de la cuaresma, y terminado el lapso de 40 días, se festejaba, curiosamente comiendo carne, la pascua, tal como se festeja actualmente.
Los carnavales eran fiestas grossas, donde todo, incluido comer carne, estaba permitido.
Todo.

Estas fiestas populares –o paganas- eran necesarias para la expansión social del grupo humano. O sea, se podía conocer personas de otros pueblos y a partir de ello, generar intercambio, con el cumplimiento del ritual del matrimonio, y expandir la cadena evolutiva.
Claro! Es más que razonable. Los antiguos pueblos, a la larga tenían mayoría de habitantes de la misma sangre. Primos, hermanastros, tíos...y de no haber intercambio con habitantes de pueblos vecinos, el peligro de no renovar la sangre para las futuras generaciones podía caer en la desaparición del grupo humano. La co sanguineidad era un factor preocupante a la hora de los nacimientos. Y si no existía el intercambio con generaciones ajenas al grupo sanguíneo, la continuidad podía verse disuelta por la aparición de males congénitos que las relaciones entre parientes acarreaban.
Por ese motivo se generaban a lo largo del año varias fiestas, cuyo principal fin no era el festejo, sino la expansión y enriquecimiento a partir de la diversificación de los genes.

Mis padres se conocieron durante un baile de carnaval, hace muchos años, cuando no había boliches ni lugares para un constante cachondeo entre la juventud, y gran parte de la vida social se refrescaba en clubes barriales. Bailes donde las chicas eran acompañadas por sus madres, o tías un poco más permisivas. Y los muchachos simplemente iban a tomar alguna cerveza, (raramente cayendo abrazados a algún árbol o mas raramente terminando pateando tachos de basura por la borrachera. No se si estaba bien o mal, simplemente sucedía así. Podría discrepar con Jorge Manrique acerca de su frase de que “todo tiempo por pasado fue mejor”, pero no viene al caso).
Y conocer chicas, con las que sólo podían bailar un par de temas y luego quedar en verse al día siguiente en alguna plaza o parque.

Hoy, la diversificación esta casi garantizada.
Pero, personalmente, extraño la diversión que para mí significaban los carnavales cuando era chico, aunque suene Manriquesco, a pesar que no tenía edad para desenfrenos ni libertades para erradicar abstinencias.
Aún así los disfrutaba.

30.1.08

Colores


Un living con una pared este color amerita pensar seriamente en cambiarlo.
...muy seriamente.

28.1.08

Noche de película

La postergación de ver la peli de un amor en un tiempo en que dos gotas de lavandina por litro de agua era una profilaxis insospechada, daría origen a un sábado desencadenado en otra película.
Habíamos programado con ella una noche de charlas, vino y empanadas. Todo un viaje ya relatado para recrear y los aconteceres de los últimos días. Pero ya la posibilidad de una fiesta ajena estaba latente.
La placidez de la noche bajo las estrellas, el fresco aire que se filtraba entre las plantas y el vino ya cumpliendo su función de estirar las risas y de provocar el llamado a un cumpleañero que se asomó a su balcón, algunos pisos más arriba, serían la previa.
-Subí, venite con tu amigo que aún queda torta! había sido la informal invitación.
Nos miramos, porqué no!?

Como único desconocido en tal reunión, la imagen que se me vislumbró apenas abierta la puerta del sitio del ágape ya hablaba de calidez, risas y bastante alcohol regando la geografía de innumerables vasos y copas.
El homenajeado embanderaba la procesión, sus ojos encendidos en un color rubí no demoraron en darme la bienvenida, en respuesta de mis felicitaciones por su aniversario.
La dueña de casa, su esposa, se acercó cálida con gesto amigable conduciéndonos hacia el resto de los invitados.
Luego de la presentación y saludo a cada presente, tomamos asiento sin que demoraran los vasos de strawberry. La amiga de ella, cohabitante también de tan célebre edificio, se acercó para saludarnos y, habiendo encontrado la excusa adecuada, aprovechó para alejarse del galán que la acosaba sacándole fotos a todos sus perfiles, sonriéndole con gesto contemplativo. Los tres nos sumergimos en un diván para compartir una rogel, mientras el galán me escudriñaba desde lejos, tratando de vislumbrar si quien suscribe le provocaría alguna competencia por la dama, que para la situación, se asemejaba a la gata negra que en los dibujos animados, trataba de escapar del bohemio Pepé le Pew.
El resto de los asistentes reía y comentaba situaciones poco entendibles: La propietaria de unos viñedos, ya entrada en años, se relajaba en un sillón hecho a su medida. A su lado su esposo, portando oscuros bigotes estirados a lo Caparros, procuraba alejarse de la influencia etílica de la mesa donde los demás hombres miraban el inevitable vacío de una botella de Trapiche.
No sé en qué momento, quizá lo fue haciendo lentamente, pero durante los movimientos de mis compañeras de levantarse, llevar y traer platos de tortas, una risueña y simpática mujer, que rondaba peligrosamente el límite entre caer desmayada en el diván o mantenerse en una charla de aristas intelectuales, se ubicó a mi lado para terminar, luego de tres copas de vino con hielo, llamándome Ciru con intenciones poco santas.
Un gordito, con cara de demasiado bueno, procuraba no moverse de su silla hasta que no le pusieran delante otra botella de Trapiche, o de lo que fuere.
El cumpleañero, con sus sesenta y pico recién estrenados, reía mientras escudriñaba su bodega buscando algo que hubiese quedado en el fondo. Ella me abandonó en el diván, dejándome al alcance de la simpática cuasi desmayada, para refugiar en sus brazos a Coral, una gata (verdadera en este caso) que husmeaba por todo plato que hubiese a su alcance y extrañando antiguas raciones de leberbush.
El galán vislumbró la situación del acoso que yo sufría, y se relamió para intentar encarar nuevamente a su presa. Ella mantenía una rotation imposible de describir, pero que esquivaba concienzudamente la cercanía del cazador.
Desde la otra punta de la mesa compartida con el homenajeado, un jovial cincuentón intentaba conducir la charla de los hombres hacia sus aventuras de navegación por el globo. Un matrimonio formado por una menuda pero insinuante mujer vestida con breve falda negra y desmesurado escote – aunque no tuviera mucho para mostrar-, y su desapercibido pero eficaz esposo con mirada de guardabosques, visualizaron la inminencia del descorche de una nueva botella y optaron por abandonar la reunión.
La mujer risueña, sin caer en su desmayo, me miraba con ojos turbios calculando el momento de poner su mano en mi rodilla al primer descuido. Le entorpecí la intención cuando me acerqué a la mesa donde los hombres pergeñaban las maneras de atacar la última botella –un malbec bien estacionado- que fue servido en forma ritual en estilizadas copas labradas.
Ya reíamos todos como viejos conocidos, La víctima del zorrino bohemio había encontrado refugio junto a mi amiga en una trinchera donde las demás mujeres cercenaban las aproximaciones del galán.
El cincuentón jovial insistía en intentar una vaquita de U$S 10.000 por cabeza para comprar un velero de no se cuántos mts. de eslora y navegar hasta Italia.
Me estiré para alcanzarle mi copa recién servida a mi compañera de aventuras y la risueña hizo un movimiento en su asiento para que volviera a su lado. Hice caso omiso y continué escuchando las desventuras de un remoto viaje a vela hasta Colonia.
Coral decidió sentarse a mi lado, limitando los furtivos ataques de la mujer risueña que ya reía a carcajadas mientras me tomaba del brazo.
La noche, que se estiraba entre buenos, aunque desconocidos, amigos, dejaba entrar por el ventanal una suave brisa que hacía rodar las risotadas más allá del balcón. Las charlas de viajes por Brasil, recalando obligatoriamente en Salvador da Bahía, subiendo indefectiblemente al elevador Lacerna, caminando por el Pelourinho y bailando el carnaval al ritmo de los Tríos Eléctricos me unieron definitivamente con el resto de los asistentes.
Hasta que llegó el momento de la declaración, y en medio de un silencio ceremonial, el homenajeado buscó en el fondo de su copa labrada las palabras para hacer sentir a mi amiga más perteneciente a su familia que su propia familia. Un afecto de años que en pocos días se transformará en despedida. Una más y también hacia tierras lejanas, que ella atesorará entre todas la otras despedidas de anteriores buenos, viejos y queridos amigos.

La gata pudo escapar hacia su madriguera antes que el galán intentara un póstumo ataque final.
La risueña se fue trastabillando y masticando su resignación de saberse una noche más sin compañía entre sus sábanas. Los demás bajaron como pudieron las escaleras dejando a su paso promesas de futuros encuentros.
Con mi amiga recalamos en su cabaña por algunos minutos para dejar sedimentar los vinos bebidos, despidiéndonos luego de haber esbozado una somera idea de esta noche, y haberle encontrado el título: una película de Almodóvar.

23.1.08

En una tierra de colores claros I

En los viajes que hacía cuando era chico al campo, muchas veces volvía con preguntas insospechadas, pero no por poseer en aquella edad una lucidez fuera de lo común, muy por el contrario. Las experiencias del mundo eran ínfimas y acotadas a un recorrido que la mayoría de las veces guardaba patrones metódicos.
Durante el viaje había que detenerse en un lugar determinado para descansar, desayunar, ir al baño, y luego continuar. No podía haber un viaje en el que, por más apuro que se tuviera, no incluyera esa obligada parada. No influían circunstancias climáticas, ni desperfectos mecánicos del auto. Había que parar ahí o ahí, aunque se hubiese hecho una parada anterior para desayunar 10 km antes.

Quizá se recurre a ritos metódicos para, de alguna manera, tener un control sobre todo un mundo demasiado improbable. Sin confundir esto con la experiencia, esa que nos asegura que, por ejemplo, detenerse a cargar combustible en una ruta cuando aún hay medio tanque lleno, nos asegura no llegar con el último suspiro hasta aquella estación más lejana, que siempre está colmada con una fila infinita de autos esperando. No, no me refiero a ello, ni a una simple parada técnica, sino a los ritos sin más conocimiento meticuloso que hacerlos porque sí. Porque algo puede suceder si no se celebran.
Para un párvulo de 5 años es difícil entenderlos, y en general se aceptan como ya establecidos sin pretender cuestionarlos demasiado. Quienes los ejecutan, generalmente los padres, tienen una razón, aunque esa razón no tenga la menor razón de ser.
Incluir una vuelta a la manzana de la iglesia de Luján durante el viaje, por ejemplo, era uno de ellos, aunque fuera a las 4 de la madrugada.

Mi idea, en aquel entonces, era entender la funcionalidad concreta de tales prácticas, tratando de conocer las “fatalidades” que pudieran suceder de no efectuarlas. Obviamente no pude alterar el ritmo de aquellas actividades, ni penetrar en el inconcebible mundo de razonamientos que las originaban. Simplemente “debían” hacerse.
Habiendo crecido desterré aquellos hábitos rituales, -que no sólo se restringían a los viajes, sino que en la vida cotidiana y sin tener una familia particularmente religiosa, eran frecuentes- cuestionando la razón funcional de su práctica.
Posiblemente la naturaleza del rito sea recrear momentos, experiencias, recuerdos. Volverse a acunar en algún estado de bienestar antiguo.
Regurgitar recuerdos traídos de la mano de un hecho repetido, sin más razón concreta que mantenerlo vivo.
O reconocerlo extinguido.

7.1.08

Primavera, verano, otoño, invierno, y otra vez primavera


Los Re naceres no existen.
Hay, quizá, la posibilidad de Re comenzar eventos, situaciones, instancias claves.
Re iniciar algo concreto con Re novadas ganas, pero de ahí a saltar a la romántica definición de Re nacer hay un trecho largo. Tanto que prácticamente es imposible Re correrlo.
Los Re naceres no existen ni siquiera para el ave Fénix, que es sólo un mito y nunca existió, aunque se pueda insistir en que al principio de todo, cuando Adán y Eva fueron echados del paraíso, el único animal que no probó de la fruta prohibida fue ese pájaro, que por un error el ángel encargado de desalojar el recinto le incendió el nido y al pájaro mismo, al que después se le dio la gracia de volver a Re nacer de sus cenizas.

Por lo tanto, al iniciarse un nuevo año (sigamos siendo escépticos y pensemos que un año nuevo se puede empezar cuando Re almente uno quiere, sea el 14 de Mayo o el 23 de Septiembre) no se Re comienza nada, sino simplemente se continua haciendo lo anterior.
Claro, se pueden Re cargar las baterías en vacaciones y pensar que se Re inicia el año con ímpetus Re novados, pero... es una mentira.
Continuamos encontrando las medias que quedaron olvidadas debajo de la cama el año anterior, porque nunca desaparecieron de ahí.
Continuamos Re corriendo las mismas veredas cada mañana para llegar al mismo lugar al que hemos llegado cada mañana del año anterior.

Tampoco es para pensar que nada cambia. Obvio que sí, las cosas cambian independientemente del calendario, o haciendo caso omiso de él. No olvidemos que el calendario es un invento romano (y humano, con esa costumbre de catalogar, medir y estipular cada situación para que nada, pero nada de nada quede resuelto por el azar), y como tal, factible de ser sospechosamente impreciso.Y estos cambios, que posiblemente (y dije “posiblemente” y no “seguramente”) suceden por un encadenamiento de acontecimientos anteriores que a simple vista, quizá, nada tenían que ver con este cambio en particular (efecto mariposa?) se debieron a una continuidad de la vida, y no a un Re nacer.


(por cierto, yo no recomiendo pelis, así que ver -y degustar- la película homónima corre por cuenta del lector)