20.5.09

el fin

And in the end
the love you take
is equal to the love
you make..

3.5.09

Lecturas

“En España, sobre todo en la España de los pobres, tuvimos que criarnos uniendo la sensación de cultura con la Iglesia. Eran los curas los que sabían latín, historia o geografía; vamos, los que sabían leer y escribir. Y aunque hube de tropezarme con los curas más brutos de España, que ya es decir, la cosa quedó. Después, claro, vinieron la filosofía y la teología, es decir, cosas a las que nos hay ajedrez que se compare. De modo que esto tengo y confieso, una admiración, una costumbre de admiración por gentes que han vivido leyendo. A pesar de todo, claro, para bien o para mal.”

Juntacadáveres, J.C. Onetti

15.4.09

Olduvai..(quizá sólo un sitio)

A veces suceden cosas, hechos que circulan alrededor, a los que normalmente no les damos una importancia excelsa. Situaciones que no tenemos presentes por sumergirnos en otras cuestiones, quizá la mayoría de las veces bastante mínimas. Claro que eso también es relativo, algunas cuestiones “mínimas” a veces nos atraen la atención despistándonos de otras cuestiones “máximas” por el hecho de resultar un poco más urgentes las primeras.
Mmm… cuestionable pero cierto.

Aristóteles solía decir aquello de que “la única verdad es la realidad” varios siglos antes que Perón lo repitiera.
Pero poder ver la realidad no es una moneda de uso diario, aunque uno mismo intente hacerse un espacio para ello cada día.
Tampoco es una cuestión facilista de caer en retóricas como “claro, tenemos que tomar conciencia!”. Hay algo más importante debajo, casi diría fundante.
También hay un “pero” acá: las cuestiones fundantes muchas veces apenas son someros artilugios de nuestra mente. Paja mística. Y no porque el misticismo sea pajerizante, sino porque nuestra capacidad para, precisamente, pajerizar cuestiones importantes es bastante amplia.
"Aunque el Lógos es común, la mayoria vive como si poseyese su propia inteligencia. Aunque escuchan no entienden. A ellos se les aplica el proverbio: Presentes pero ausentes. El Lógos es eterno, no lo entienden los hombres al escucharlo por primera vez ni después de que lo han oído. (Heráclito de Éfeso)

Volviendo, parte de la cuestión fundante es prestarle atención a quienes han vivido en este mismo planeta antes que nosotros, prestarles atención para lo que fuere: quienes escribieron un libro hace 50 años o hace 500, quienes han criado un hijo hace 50 años o hace 500, quienes se enamoraron, quienes tuvieron un accidente, quienes inventaron algo útil para los demás, quienes intentaron construir su propia vida hace 50 años. O hace 500.

Normalmente acostumbramos a nuestros días a regodearse de sorpresas, pero no de sorpresas fundamentales, sino de aquellas novedades fatuas, aquellas que serán superadas la semana que viene.
Sorpresas tecnológicas, sorpresas mediáticas, sorpresas políticas, sorpresas creadas precisamente para ser sorprendentes, pero no útiles.
Creemos (sí, yo incluido. Es demasiado soberbio hacer un discurso sosteniendo que sólo los demás hacen las cosas de manera equívoca) que el bombardeo de información, de datos, de nuevos vislumbramientos es fascinante. Y en lugar de buscar en ese universo de información algún dato primordial para nosotros, nos contentamos con los mensajes sin sentido.

Guarda el piolín que esto no es, ni pretende ser, una declaración, un manifiesto pseudo humanista que trata de incitar el retorno a nuestras raíces, la vuelta a la naturaleza de nuestro ser, ni la mar en coche. Sino justamente lo equivocado de nuestro intento de “ser” sin poder antes llegar a comprender qué carajo somos. Ni que hacemos durante nuestra vida para alcanzar algo que nos defina como seres. Únicos y especiales..? lo dudo.
Para ser únicos y especiales debemos generar un efecto, sentimiento o capacidad de influencia sobre algunas personas. Provocar una repercusión sobre los demás seres es justamente lo contrario a “ser”, es sólo reflejar la imagen que los otros acusan respecto la internamente esgrimida como máscara ante ellos. Es verse a si mismo a través de las definiciones que los otros esbozan, erróneas casi siempre, pero que mayormente tomamos como validas.
Somos a partir de lo que nos dicen ser.

Claro, somos seres sociales, lo que implica mantener una necesidad, casi una dependencia respecto a los demás. Pero cuánto de esa dependencia nos aleja de nosotros mismos, de nuestra real concepción de ser “unicos y especiales”? Y no por la exclusividad de tal definición, sino por la comprensión de ella.

"Para los despiertos hay un (solo) mundo único y común, mientras que cada uno de los que duermen se vuelve hacia (su mundo) uno particular." (otra vez Heráclito).

...

Hace unos días se intentó, con un cierto grado de renuente importancia, hacer una manifestación global respecto a racionamiento de la energía.
Se incitó a apagar las luces innecesarias por una hora un sábado X en todo el planeta.
Pelotudez masiva pensaron muchos, alpedismo generalizado infirieron otros, conciencia reflexiva invocaron algunos, comprensión de la realidad esgrimieron quienes la vislumbran.

No se si es importante dar a conocer si uno mismo se plegó o no a tal evento. Creo que debería en cambio ser importante saber si uno mismo tiene alguna somera idea de qué implica esto.


(Y creo que lo que implica está lejos de ser fascinante...)

24.3.09

El tiempo no para.


Por esas cosas raras que tiene el calendario con el que nos regimos, este otoño no comenzó, como suelen acontecer los otros otoños que han venido acumulándose anteriormente (primer falacia: los otoños no se acumulan. Se pueden acumular primaveras, quizá inviernos pero no otoños, definitivamente no) el 21 de marzo. Éste tuvo la peculiaridad de anticiparse, de ser prematuro, de guardar el inconfesable secreto de ver la luz antes de la fecha estipulada por el ginecólogo (pero no pudo escapar a la aguda visión de los astrónomos).
El otoño comenzó el 20.
Y..?

Hace un par de semanas se atrasaron los relojes, se volvió a enmarcar los atardeceres en el horario que corresponde, se volvió a cenar en el horario en que las buenas costumbres así lo estipulaban, se retomó la hora perdida de sueño que se había, misteriosamente, fugado de nuestra almohada hace unos meses. Eso sí, nadie pudo explicar como ese sábado, habiendo por ej. tenido una cita, habiendo programado un encuentro con alguien a las 23 hs, qué sucedió en el lapso en que esa hora recuperada volvía para atrás.


Yo, por citar un caso, tenía que encontrarme con un grupo de amigos ese sábado, a esa hora, y por supuesto que me encontré con ellos, pero a la hora me despedí porque me tenía que encontrar con un grupo de amigos a las 23 hs...


Bueno, para el caso no es tan terrible estas ínfimas distrofias temporales. Hace algunos siglos al jueves 4 de Octubre de 1582 le siguió el viernes 15 de Octubre, por suerte del mismo año. Fue la ocasión en que se implementó el calendario gregoriano que hoy nos rige, que como corresponde, no fue la estravagancia de algún emperador quien lo puso en práctica, sino el papa Gregorio XIII, buscando recuperar los días perdidos por el anterior calendario Juliano, y hacer coincidir el inicio de la cuenta del tiempo en el año del nacimiento de Jesús (que hoy se sabe que es errónea ya que Jesús de Nazareth debió haber nacido entre el año 8 y el 2 antes de Cristo. Y tampoco un 25 de diciembre).

En definitiva todas las fechas, arreglos horarios y desfasajes de días suelen ser facilmente programables, salvo una, la que más le importaba a la iglesia para fijar el ritmo de los aconteceres periódicos, las cosechas, siembras y todo las actividades que, en definitiva, terminarían dependiendo de estos ciclos solares: la Pascua.

El Concilio de Nicea del año 325 estipuló que el domingo de resurrección es el primer domingo después de la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera (primavera del norte, claro). y que, además, si el plenilunio coincidía con el propio domingo, la celebración cristiana se trasladaría al siguiente domingo, evitando coincidir con la Pascua Judía, no fuera cuestión de confundir religiones, ni adeptos de una u otra.

O sea, todas nuestras presunciones respecto a las fechas en que acontecieron muchos sucesos, incluso nuestro nacimiento puede no ser real. Bueh, real ha sido ya que hemos nacido y estamos acá (estamos..?), cambiaré esa promulgación por "exacta". Quizá quien cree que nació un 27 de Abril, por decir una fecha cualquiera, de hace unos 20 o 30 años no fuera tan exacto. Hubo muchos cambios de horarios, acumulación de días faltantes en el calendario, etc. Que ese día hubiese caído en 27 de Abril no significa que hoy por hoy continúe siendo el mismo día del mes, o del año.

Entonces quizá seamos más viejos de lo que creemos, o más jóvenes. Claro que vale si sólo nos medimos en términos de "duración en años".

Uh, me asaltó otra duda. Estamos viviendo o durando..?

4.2.09

Sol a barlovento


Pocas cosas habían quedado en el recuerdo, pocas entre los dedos, no en la memoria.
Si bien esta última no se borroneó con los años, quedó como impreciso el móvil que había originado, hace más de veinte, el implacable e impostergable deseo de hacer aquel viaje. Posiblemente fuera una de tantas movidas nacidas en la cabeza de otra persona, aunque no sin mi consentimiento, pero no propiamente mías.
Las que suelen contar con mi autoría son más desprolijas, tienen un ligero sabor como acerado y no se jactan precisamente por marcar un itinerario preestablecido. Varias veces he hecho padecer a mi eventual compañía de la insensatez de llegar a un lugar desconocido durante la madrugada sin siquiera un puta dirección de un lugar en donde dormir.
Volviendo: pocas cosas habían quedado en el recuerdo. Algunas fotos byn que monocromáticamente trataron de guardar los ocres y naranjas de la piedra, el rudo olor del viento, la sequedad de un sol seco y el calor de la tierra pegándose insinuante y sutil contra la cara. Y el helado frío hiriente de las madrugadas.

Ya casi no las recuerdo, aunque si husmeo un poco en los cajones posiblemente encuentre los negativos de FP4 revelados con Rodinal 1:25.
También quedó uno de los objetos con más antigüedad que suelo contar como posesión celosamente resguardada de tantas otras travesías y convivencias y mudanzas a los apurones: el mate que un amigo me regaló en la terminal de micros, a minutos de mi partida. Recuerdo que me conmoví mucho por aquel acto, tanto que nunca pude describirlo justa y honrosamente como lo merecía.
No quedó mucho más que eso. Pero curiosamente me había prometido volver algún día.
Promesa para mí mismo, no para espíritus fantasmas. Viajar liviano de equipaje ha sido casi siempre el denominador común y egoísta. Viajar sin guardar la tranquilidad de haber llenado el seguro de vida, sin llevar la incómoda premisa de volver con una caja de alfajores, un par de bombachas o un costurero de totora para nadie. Viajar sin despedidas ni llamados de larga distancia para acusar feliz arribo.
Viajar para reconciliar motivos, cuando ya los motivos hubiesen acumulado demasiado polvo en los estantes y, los más, haberse agrietado con el paso de demasiados inviernos.