21.5.08

Live.. and let die

Hasta hace unos pocos años, apenas unos 120 mas o menos, la historia se iba contado de dos maneras, o de algunas más, pero las que permanecieron para poder conocerla fueron principalmente dos.
La Letra y la Pintura.
De la primera ya hablaron los que saben mucho más que yo sobre ella, o los que hacen mejor uso de la misma.
De la segunda también, pero hay algo curioso. La imagen siempre pudo decir cosas en las que la palabra se quedaba pagando.
Cuando apareció la fotografía, la pintura se pudo quitar de encima el compromiso de contar la historia, y se dedicó a soñar. La responsabilidad de contar cosas pasaría de una a la otra, y de la otra, con el tiempo, a su hija idiota, la tv, enorgulleciéndose sin embargo con su primogénita privilegiada, el cine.

Cuando la pintura contaba la historia, no sólo recreaba un hecho, hacía algo más subliminal: hablaba de quién la estaba narrando sobre un lienzo. Quien pintaba, no sólo pintaba sobre pedido de algún noble o acaudalado personaje de su época, sino también pintaba sobre lo que él mismo veía.
Leonardo, Delacroix, Goya, El Greco, Portinarí y demasiados más dan ejemplo de eso.

O sea.
La realidad es algo que sucede, y que cada individuo interpreta de acuerdo con su propia visión.
La visión no es exclusiva de los ojos, mirar sí. Ver es un atributo del alma.
Y el alma, lamentablemente, no siempre es tan cristalina como se la quisiera encuadrar desde una visión más espiritual de la vida.
¿Porqué? Porque no se sabe nada de ella, al contrario, se desconoce casi todo, salvo que está allí. Sino cómo justificar aberraciones, guerras, hambres, y otras desviaciones a su cristalidad? Porque los deshonestos, los militares, los políticos, y todos los demás seres parados sobre este mundo, incluidos los abogados, tienen alma.

La realidad es una. Grande, amplia, quizá inconmensurable para la mísera amplitud humana. Pretender abarcarla de cabo a rabo es demasiado para una persona.
Ver la realidad, y tomar de ella sólo la ínfima porción que mejor nos define, es una mentira que nos mantiene vivos.
Compartir esa mentira crea afinidades. Amistades, fraternidades, amor quizá.
Pero de ahí a creer que esa ínfima porción es la única realidad existente, o al menos la única válida para ser vivida es un contrasentido de enorme dimensión.
Aunque la mayoría creamos que es la única opción, o no nos animemos a adoptar otra.
O le sigamos insistiendo al resto de los mortales que nuestra porción es la más acertada de las elecciones.

10.5.08

Letras raras

Muchas veces he notado un insólita capacidad en algunos autores de blogs.
Llamativa, interesante, aunque más que nada curiosa.
Hay quienes tienen una mejor dicción (bah, no es dicción sino escritura, aunque tampoco es escritura sino una más adecuada manufactura, pero como me gusta la palabra dicción, uso esta última) al dejar un comentario en otro blog al que asiste periódicamente, que al escribir un post en su propio blog.
Son temporadas dirán...Mmm, no estoy tan de acuerdo.

Como el ser humano es un ente variable en sus emociones, en su capacidad de crecimiento y aprendizaje, en su habilidad (o inhabilidad) para adquirir conocimientos y hacer uso (o no) de ellos, no es de extrañar la intrincada metamorfosis que lleva a alguien a pretender armar su propio blog gestando escritos que, si bien tienen una esmerada confección, si caemos en las comparaciones -siempre odiosas, por cierto-, comprobamos que son más nutritivos los comentarios que aporta a aquellos otros blogs amigos (o no amigos, pero frecuentados de manera asidua).

Intentar definir tales actos (llamativos, por cierto) de la naturaleza humana puede dar lugar a infinitas conclusiones. Y en realidad, la mayoría de ellas estarían erradas ya que, sabemos, las opiniones siempre están tiznadas de una personal tendencia de quién las manifiesta. Por lo que es más aceptable, o al menos menos hincha pelotas, hacer caso omiso de tales opiniones.

Como suelo ser alguien que cree fervientemente en esta última acepción , no intentaré buscarles una categorización a quienes así actúan.
Pero sépanlo, yo muchas veces me embandero con ellos.
Y con mucha honra.

1.5.08

Danzas rituales

Hace apenas dos meses que vivo en el departamento donde vivo.
Hay todo un aprendizaje de nuevos ritos.
El rito, precisamente, es un conjuro hacia hechos mal aprendidos, o aprendidos en circunstancias con un resabio de angustia. El rito sosiega un mundo en caos.
Los caos, las anarquías, los laberintos, nos obligan a tomar posturas de defensa ante ellos, aunque asumamos un parecer conformista o adaptable ante esas circunstancias no somos complacientes con ellas, sino que aún ahí tomamos una posición de resguardo, dejarlas suceder también lo es.
Precisamente, dejar acontecer algo que nos supera es una posición de amparo, aunque suene contradictorio. Luego le buscaremos la vuelta para hallar el costado que más nos cierre como justificable. Aunque no lo tenga, para eso somos sapiens, -o existen los amigos-.

Leyendo el blog de Adriana recordé un rito habitual. Tonto, pavote, objetable por el costado que se lo mire, pero mío.
Cuando salgo a sacar la bolsa de basura, que tengo que dejar en un compartimiento del pasillo, salgo con dos juegos de llaves.